10 canciones fundamentales de Atahualpa Yupanqui

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Con motivo de la gran acogida de la película La estrella azul, de Javier Macipe, en la que sobrevuela constantemente la sombra de Atahualpa Yupanqui, Luis García Gil ahonda en su legado para recordar la importancia y el peso del músico argentino en la historia de la música.

 

Selección y texto: LUIS GARCÍA GIL.

 

Atahualpa Yupanqui sigue ejerciendo una poderosa influencia en la música en español. No solo es un referente del folclore latinoamericano, sino que su figura trasciende más allá de ese ámbito tal como reflejaba la película La estrella azul, dirigida por Javier Macipe, en la que se plasma  la influencia de Yupanqui en Mauricio Aznar, el líder del grupo de rock maño Más birras. A través de estas diez canciones esenciales nos adentramos en el universo de Atahualpa.

 

1.- “El arriero”

Decía Atahualpa Yupanqui que el artista es un buscador. Toda su poesía está atravesada por la idea del camino y de la búsqueda. De esa entraña nacen personajes itinerantes como el arriero, cuyo andar gauchesco está lleno de misterio, pero también de sufrimiento. Zamba prodigiosa de imágenes hermosamente líricas como cuando canta que «prendido a la magia de los caminos/ el arriero va» y que «es bandera de niebla su poncho al viento». Escúchese también esta pieza en otras voces como la de Andrés Calamaro para su disco El cantante o la que borda con indudable pellizco el cantaor gaditano Chano Lobato.

 

2.- “Tú que puedes, vuélvete”

El río también es camino. No detiene su curso, va siempre hacia delante. Yupanqui lo personifica en esta pieza singular grabada en 1947 y que versa sobre el regreso a la raíz, a esos cerros que son como la patria prendida de la guitarra y de la ensoñación del cantor. La primorosa sencillez de Atahualpa logra el milagro compositivo a través de una poesía que trasciende, que se eleva filosóficamente. Mercedes Sosa la hizo suya en su disco setentero dedicado a Atahualpa.

 

3.- “Qué le llaman distancia”

He aquí una muestra del Yupanqui más filosófico, que invita a mirarse dentro de uno. Canta «que si el mundo está dentro de uno/ afuera porqué mirar» y en esos dos versos sintetiza la esencia de esta pieza que refuta los caminos y las distancias.

 

4.- “Chacarera de las piedras”

En la película La estrella azul se cuenta la obsesión musical que Mauricio Aznar, cantante del grupo de rock zaragozano Más Birras, sintió hacia las chacareras y hacia la obra de Atahualpa Yupanqui. Negó su propio éxito y fue en busca de las huellas del folclorista en su casa de Cerro Colorado donde se podía escuchar el silencio. “Chacarera de las piedras” es resumen de ese espíritu que cautivó a Aznar, casi un resumen vital en el que muestra su querencia por su hogar en Cerro Colorado. Después de haber caminado mucho, Yupanqui halla su íntimo refugio lejos ya de los caminos transitados.

 

5.- “Le tengo rabia al silencio”

Atahualpa Yupanqui construyó toda una poética del silencio. De hecho, fue un trovador de noches y de silencios cantados. En “Le tengo rabia al silencio” este tiene connotaciones negativas. «Que no se quede callado/ quien quiera vivir feliz…», canta Atahualpa, hombre a su modo meditativo y silente. El silencio tiene que ver también con la represión y, en todo caso, aquí dificulta la expresión de un sentimiento manifestado en la imagen del silencio profundo de la selva en la que se interna a caballo el hablante lírico de la canción, en lo que supone un manifiesto profundamente autobiográfico. A Yupanqui le bastaba muchas veces con su guitarra y su voz para componer piezas de esta hondura en letra y música.

 

6.- “Guitarra dímelo tú”

Atahualpa le interroga a su guitarra en la larga noche en esta canción magistral, pieza deslumbrante y cimera de su repertorio. “Abuela cósmica” llegó a llamarla en su último libro, La capataza, la guitarra es parte de la vida del cantor y por ello la humaniza y la trata de tú en versos absolutamente antológicos. Como muestra de la vigencia del repertorio de Yupanqui, búsquese la versión de Raly Barrionuevo, nacido en 1972 en Santiago del Estero, cuando Atahualpa ya era un referente absoluto sin el que el folclore argentino no podía explicarse.

 

7.- “Preguntitas sobre Dios”

Atahualpa Yupanqui en estado puro preguntándose dónde está Dios. Puro descreimiento razonado y la sensibilidad acostumbrada en la fluencia de la música y del verso. Canción en la que brota la denuncia y la injusticia social, la mirada a los desposeídos del mundo sin Dios que los proteja. “Preguntitas sobre Dios” tiene versos muy elocuentes y contundentes: «Que Dios vela por los pobres/ tal vez sí y tal vez no/ pero es seguro que almuerza/ en la mesa del patrón». La cantó en directo Víctor Jara y fue grabada por artistas como Chavela Vargas o Soledad Bravo.

 

8.- “Luna tucumana”

Atahualpa Yupanqui fue un cantor de artes olvidadas que sublimó el paisaje y las gentes de a pie con sus oficios modestos y sus vidas pequeñas pero dignas de ser ensalzadas. En 1957, grabó una de sus composiciones más afamadas, “Luna tucumana”. Yupanqui le canta a esa luna que es compañera de los gauchos a la que llama tamborcito calchaquí por su parecido con la caja india. El poeta, como la luna, acompaña a los hombres en su transitar por la vida. «En algo nos parecemos/ luna de la soledad/ yo voy andando y cantando/ que es mi modo de alumbrar…». Búsquese en YouTube no solo la propia grabación de Yupanqui, sino la “Luna tucumana” compartida por Fito Páez y Los Chalchaleros.

 

9.- “El alazán”

Otro clásico de Atahualpa, de 1954, “El alazán” es una oda a su caballo que termina siendo elegiaca. Yupanqui nombra a su alazán, compañero de camino y confidencias, y narra su vida y su muerte en primorosos versos octosílabos. Esta es una de las canciones que firmó junto a Pablo del Cerro, pseudónimo tras el que se ocultaba su mujer Nenette. Entre las versiones, al margen de la canónica de Atahualpa, hay una en directo muy hermosa que comparten Liliana Herrero, Jairo y Lito Vitale.

 

10.- “Milonga del peón de campo”

Atahualpa Yupanqui denuncia la realidad social de los personajes del campo con la descripción sucinta de sus vidas. Decimillas del pobre al que a veces le entra tristeza y otras veces rebelión. Canción protesta de suma delicadeza, nada panfletaria ni tremendista. Yupanqui fija su pupila en los desheredados y está siempre del lado de los oprimidos, del criollo, del cosechador y, por supuesto, del sufrido peón de campo cuyo drama suaviza el son agradecido de la milonga.

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