“Es mucho más que un disco. Es una fantasía sonora hecha realidad. Un estado de ánimo al que volver veinte, treinta o cuarenta veces, y no cansarse nunca”
New Order
“Technique”
FACTORY, 1989
Texto: CARLOS PÉREZ DE ZIRIZA.
Se fueron a grabar a Ibiza. Pasaron allí cuatro meses de interminable farra, pero no por ello “Technique” fue, en absoluto, el disco que casi todo el mundo esperaba. Como el talento debe ser una cuestión innata, fruto de una intuición que, la mayoría de las veces, se manifiesta incluso bajo estados alterados, los cuatro fantásticos de Manchester despacharon un disco de madurez definitiva, en el que el influjo del acid house y de los balearic beats tuvo mucho menos peso del que cabría suponer. Pese a que los fans de más largo recorrido preferirán el magnético “Power, corruption & lies” (1983), y pese a que los que apuestan por sus juegos de sombras afterpunk preferirán el completísimo “Low life” (1985), no hay duda de que todas las virtudes que habían esbozado a lo largo de la década de los ochenta cristalizan de forma apabullante en este álbum. Un extasiante trayecto a través de un verano sin fin, en el que hombre y máquina, cuerpo y alma, exhiben la más sublime simbiosis hasta entonces lograda por una banda que ya se había ganado un hueco en la historia con mayúsculas de la música popular.
El milagro de un álbum así es que su sensual carnalidad, su desbocado hedonismo, pudiera hermanarse a su vez con algunas de las más hirientemente delicadas partituras nunca escritas por un Bernad Sumner que, aparte de cantar como nunca, asumía por vez primera en solitario las tareas de escritura. Que su desafiante fe en las máquinas pudiera estar al servicio del puñado de composiciones más emocionantes que se les recuerda, gracias a una deslumbrante brillantez melódica y a una consumada pericia en el perfeccionamiento de su heterogénea fórmula. Porque “Technique” es mucho más que un disco. Es una fantasía sonora hecha realidad. Un estado de ánimo al que volver veinte, treinta o cuarenta veces, y no cansarse nunca. Y al que ni un millar de palabras podrían hacer nunca justicia.
Su reedición en formato «deluxe», en 2008, incorporaba un segundo disco con unas cuantas caras B: entre ellas, las apasionantes ‘Don’t do it’ y ‘Best & marsh’, santo y seña de las discotecas más inquietas de la época, y el Carabinieri mix de ‘World in motion’, el tema que grabaran un año más tarde a mayor gloria de la última selección inglesa de fútbol que hizo algo grande en un Mundial. Seguramente, el mejor himno pop futbolístico de la historia.
Lástima que en su reciente reunión, que les traerá al FIB el próximo 15 de julio, y en la que han apostado de pleno por retrotraerse a su obra de los ochenta, apenas recuperen material de esta inmarchitable obra de arte.
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