“Creo que cuando se habla de reivindicar rock es porque tiene una connotación que no tiene el pop. Es más salvaje y reivindicativo en sí mismo”
Después de cumplir veinte años en la música, grabar el memorable directo “Dos noches en el Price” y estrenar el documental “Las calles están ardiendo” sobre su carrera, Carlos Tarque y Ricardo Ruipérez tienen la mirada puesta en sus próximos retos, entre ellos la posibilidad de hacer una gira los dos solos. Se lo cuentan a Wilma Lorenzo.
Texto: WILMA LORENZO.
El paso del tiempo solo es perceptible cuando uno se detiene, hace balance y compara el “qué soy” con el “qué era”. Hace veinte años, Ricardo Ruipérez y Carlos Tarque eran dos jóvenes que encontraron en el rock su forma de expresión. Ocho álbumes de estudio y ni se sabe cuántos conciertos después, forman parte de la historia musical de este país y, lo mejor, la esencia se mantiene intacta.
Ruipérez y Tarque continúan sirviéndose de la música para expresarse. Hacer canciones pasa por ser necesidad para convertirse en obligación vital, y por ende, hablar de “Dos noches en el Price” (Warner, 2014) o el documental “Las calles siguen ardiendo”, supone terminar comentando qué planes tiene M Clan para el 2017. Una cosa está clara: ellos solo se alimentan de puntos y seguido.
El pasado jueves 26 de marzo M Clan ofrecieron un concierto exclusivo en la sala Penélope de Madrid en formato acústico enmarcado en el ciclo “Cómplices de Mahou”. Antes de su actuación, Ricardo y Tarque nos regalaron unos minutos en los que hablar de su continua mirada al futuro.
Celebrar veinte años sobre el escenario supone repasar toda una trayectoria. ¿Os habíais parado antes a mirar atrás?
Ricardo: No. La verdad es que no. Lo que más nos ha hecho mirar atrás ha sido el documental. Ahí sí hemos hecho un balance, porque tuvimos que coger imágenes desde el principio. Sin embargo, el disco en directo (“Dos noches en el Price”) no supuso eso. El repertorio lo formaban canciones que en un ochenta por ciento ya tocábamos en nuestros conciertos. Queríamos que fuera un disco en directo, no un recopilatorio. Un disco de actualidad. En cambio el documental… eso ha sido otra cosa.
¿De qué sirve tomar conciencia del pasado?
Carlos: Primero para darte cuenta de cuánto pelo se te ha caído, y luego para recordar de dónde vienes. Y la verdad es que está bien recordarlo. No es necesario, pero te ayuda a entender dónde estás ahora. Yo creo que es un buen ejercicio: darte cuenta de lo que has pasado, de la cantidad de gente que has conocido, de la cantidad de sensaciones buenas que has vivido… Y sobre todo de lo bien que te ha ido. También supone recordar algunas cosas malas, pero en general tomas conciencia de lo bueno. Te enseña dónde estás y te ayuda a entender mejor el porqué.
¿Influye a la hora de mirar al futuro?
R: Yo creo que no. No somos muy de mirar para atrás. Lo hemos hecho puntualmente con este disco, pero M Clan siempre mira hacia delante. Por eso somos un grupo que tocamos muchísimo y casi nunca para. Siempre estamos intentando hacer cosas. Por ejemplo, nosotros ya tenemos planificados los próximos dos años: terminar esta gira y grabar otro disco. Queremos hacer algo Tarque y yo en solitario; una gira como el concierto de hoy, un disco diferente; intentar reinventarnos. La idea es salir con algo nuevo en septiembre u octubre del año que viene y girar en 2017. Así que ya ves, nosotros mentalmente estamos ya a finales de 2017. Por eso lo de mirar para atrás no sé si sirve.
C: Aunque sí miramos atrás musicalmente. Muchas referencias de nuestro sonido son cosas del pasado, pero parece que mirar atrás es negativo y mirar hacia delante es positivo. No sé, creo que no necesariamente es ninguna de las dos cosas. Pero es verdad que trabajamos como ha dicho Ricardo, sobre todo porque cuando estás en un grupo, tienes un equipo de gente que trabaja contigo… tienes que planificar las giras a años vista. No es un síntoma de ansiedad por llegar a nada, simplemente es que nos gusta planificar nuestros siguientes pasos. Además, por temas de organización es necesario. Hay que cuadrar las fechas y disponibilidades de todo un equipo antes de que se vayan con otros [risas], no sea que se vayan con Vetusta Morla de gira y con Dani Martín, y haya que sacar un cuchillo y aniquilar.
Viendo vuestra carrera disco a disco, hay cosas que han cambiado pero muchas otras no, como por ejemplo trabajar siempre con un productor. ¿Nunca os habéis planteado prescindir de esa figura externa?
R: Yo creo que la figura del productor es lo suficientemente importante…
C: Hemos sido siempre 50% productores de nuestros discos. Hay grupos que depositan toda la labor de producción en el productor, pero en nuestro caso no ha sido nunca así. Nosotros estamos muy encima, aunque las decisiones finales a nivel técnico las toma un productor. Nosotros antes de llegar al porqué de una canción, discutimos con el productor y hablamos. Formamos parte.
R: Pero sí creemos que es importante que siempre haya una visión externa y un productor te da una perspectiva que tú no tienes. Cosas en las que tú no has caído las puede ver él. Igual piensas que un tema va a sonar a Tom Petty y realmente suena a Revólver. Tiene que haber alguien que te ponga en tu sitio. Y fíjate, creo que con los años es más importante que alguien opine desde fuera.
Sin embargo, en las últimas ocasiones habéis repetido productor, Carlos Raya. ¿No se pierde ese “desde fuera”?
R: Raya es productor pero también compone con nosotros. Para el futuro vamos a intentar darle unos latigazos y pasarlo a otra etapa de su vida [se ríen].
En todo caso, esta figura supone estar dispuesto a cambiar. ¿De qué prejuicios os habéis desprendido?
C: Muchos, muchos prejuicios. Se trata de eso, aunque no sé si lo llamaría prejuicios o visiones erróneas de las cosas. Confiamos mucho más en un productor, hacemos caso a lo que nos dicen en muchas que, en los primeros discos, nuestra arrogancia no nos dejaba. Esa arrogancia juvenil de “me la suda todo”.
R: Arrogancia e ignorancia.
C: Esa actitud te hace no escuchar a los demás. Pero crecer como persona conlleva perder eso, confiar en los demás, dejarte aconsejar.
¿Qué pesa más: la libertad creadora de quien no tiene nada que demostrar o la responsabilidad de no decepcionar al público fiel?
C: Primero, la libertad nunca es toda. No la tenemos ni en la vida misma. Y luego, responsabilidad, no hay que pensar en ello. Sería una pesadez estar pensando en que eres responsable de algo. Hay que liberarse como artista. Olvidarse de tensiones y de cargas como pensar en el público, aunque eso suene un poco mal, pero si estás demasiado pendiente del público estás muy mediatizado como para hacer cualquier cosa artística. Si vas a pintar un cuadro y piensas en qué van a decir cuando lo vean, ya estás coartando la libertad. Hay que, con un ejercicio de humildad, desprenderse y olvidarse del público. Ser libre a la hora de crear. Hacer lo que puedas y si al público le gusta, bien; y si no, se siente. Otra cosa es respetar a tu público, que es diferente. Pero a la hora de crear yo intento no pensar en el público ni en nadie.
En estas dos décadas habéis sido testigos de la evolución o involución de la industria discográfica. ¿Cómo lo habéis vivido y a qué conclusión llegáis como espectadores sentados en primera fila?
C: Todos sabemos que hay un montón de artistas que no pueden editar sus discos porque todavía estamos viviendo los estertores de la industria como la entendíamos. Se venden muy pocos discos, no se genera dinero y, como las discográficas no pueden invertir en un artista nuevo, los mandan fuera de la compañía. Así que solamente se quedan los artistas que vendían mucho, algunos que vendíamos regular y los que vendían poco ya no están. Eso es una putada, porque para hacer tu proyecto siempre necesitas pasta y ahora tienes que ir al banco y pedir un crédito. Qué pasa, que todos odiamos a los bancos, ¿no? Yo creo que sí. Pues las nuevas compañías discográficas son los bancos, que son los que pagan discos. Además tienen un gran sistema de trabajo que ayuda a lanzar un proyecto musical… Por lo menos a nosotros nos ha ido siempre muy bien con Warner. Eso resulta inaccesible para los nuevos grupos. Hay nuevos canales de distribución e Internet, que es la puta madre. Sí, para muchas cosas sí, pero es imprescindible que haya una buena grabación, una estrategia de marketing… y eso vale dinero que antes una discográfica te adelantaba. Ahora no, y se invierte menos en algunos campos muy necesarios. Haces un crowdfunding o discos mediocres con sonido que no acaba de ser bueno, porque no es lo mismo grabar un disco con 6.000 euros que con 30.000. Se queda todo un poco a medias. Imagino que se reubicará todo, pero si tuviera la solución estaría en un despacho ganando millones de dólares, y no es así.
En las últimas entrevistas publicadas en EFE EME a Rubén Pozo o Loquillo, ambos han recalcado su esencia rock. Vosotros lo habéis hecho en numerosas ocasiones, ¿por qué esa necesidad de reivindicar una etiqueta?
R: Yo no soy muy partidario de la defensa de una etiqueta porque además creo que nosotros hemos creado nuestra personalidad: somos una banda de rock de toda la vida pero nos gusta bucear en otro tipo de estilos aunque nuestra esencia sea rock, la voz de Tarque sea rock…
Aún así, es lo que dices: os consideráis una banda de rock. Esa reivindicación no ocurre con un artista pop.
C: Es cierto. Yo creo que cuando se habla de reivindicar rock es porque tiene una connotación que no tiene el pop. Es más salvaje y reivindicativo en sí mismo. Quizás los artistas lo recalcan por eso.
Miguel Ríos dijo: “M Clan ya son clásicos”. ¿Cómo se digiere una afirmación tal dicha por alguien como Miguel Ríos?
C: Qué se siente cuando un clásico te dice que eres un clásico, ¿no?
R: Nosotros a Miguel lo queremos y admiramos mucho, pero “clásico” es solo una etiqueta más. No nos levantamos pensándolo ni sintiéndolo.
C: Pero lo cierto es que sí. Llevamos veinte años y hay canciones nuestras que son clásicos. Lo son. Y no podemos decir más que “¡qué bien!”. No todo el mundo puede decir eso. Pero como decíamos al principio, eso no nos impide seguir pensando en nuevos discos y nuevas canciones. Nos queda aún mucho por hacer.