“Las causas perdidas”, de Neleonard

Autor:

DISCOS

“Huyan los que buscan energía, acérquense los de la emoción, el tono menor y lo sereno”

 

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Neleonard
“Las causas perdidas”
ELEFANT RECORDS

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

‘Salvavidas’ no es una canción del todo bien resuelta. Casi en la mitad del disco de debut a lo grande de los barceloneses Neleonard se hunde en un valle en que lo acústico no logra florecer del todo en emoción. La conclusión es clara, lo que hace grandes, maravillosamente delicadas a las canciones del sexteto es el entramado de los arreglos, que siguen unos vectores que han sido lo suficientemente trabajados en castellano –aunque no siempre con éxitos, sí con éxito– para resultar ya un sonido acostumbrado.

La primera base es hablar de cosas sencillas y narrarlas con placer; la segunda activar una voz sensible; tercera, vestirlas con pulcritud y por último, aun con mucho ropaje, que el ambiente sea de simplicidad. Conseguido con creces en las once canciones restantes, que a la primera ya calan y a la segunda empapan. Llueven violines sutiles o arrebatados como el de ‘Despedida’, con un juego de voces que tramita emociones de manera pausada, o el de ‘Menos de mí’, que empuja la sensibilidad por los cauces de la tranquila desesperación del desamor hasta que el puente hace elevar la canción entre vientos.

Ese es el regusto principal que anida en las letras, mostrar las telas íntimas de un corazón que se siente fracasado. Es lo que ocurre en la arquitectura electrónica de ‘Coger frío’, en la melancolía cinematográfica de ‘Seguro que es por mí’ o en el lirismo del piano que construye un clásico a la vieja usanza en ‘Tu fiesta’. En esencia, se despliegan las melodías en desarrollos que parecen simples, pero que dan giros inesperados y llevan a las canciones a trampas y salidas originales; sin embargo, en ocasiones escapan de este corsé y en ‘Reluces’ la batería cabalga al trote para dar a la canción un toque de banda amateur en tensión con el violín que la hace lucir; pero sobre todo es ‘Mariadel’ la que se aparta del conjunto, una rumba tranquila y evocadora con fondos de placidez tropical y un final setentero. Un poco más de empuje y sería una perfecta canción del verano.

Huyan los que buscan energía, acérquense los de la emoción, el tono menor y lo sereno. Tormentas interiores que van a relampaguear, pero que en apariencia aún se revelan calmadas. De la misma escuela que The Divine Comedy o La Buena Vida, con la engañosa autenticidad de un crooner, la cadencia básica de los cantautores pop y el colorido de productores primorosos se ha conseguido un disco tan fresco y tan cálido a la vez como estos primeros días del otoño.

Anterior crítica de discos: “En directo”, de Gabinete Caligari. 

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