Diez canciones para recordar a Roy Orbison

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Más de treinta años y una veintena de discos avalan a uno de los músicos más legendarios de la historia: Roy Orbison. Luis García Gil se aventura en su obra para elegir diez piezas imprescindibles de su cancionero.

 

Selección y texto: LUIS GARCÍA GIL con la colaboración de ALBERTO SAHAGÚN.

 

1. “Only the lonely” (Lonely and blue, Monument Records, 1960)

La catedral Orbison hay que empezar a visitarla con este clásico monumental. “Only the lonely” es además la primera vez que Orbison se expresa como él quería hacerlo, como alguien que le canta al dolor, a la soledad sonora, a esa niñez marcada por los vientos arenosos de Texas. Considerada como una gran innovación en la historia de la música rock y descrita por el New York Times como «impulsada por la urgencia», le va a suponer el pasaporte al mundo.

“Only the lonely” fue rechazada por Elvis y por los Everly Brothers antes de encontrar su razón de ser en la voz de terciopelo de Roy. Evoca a los solitarios, retratándolos con lirismo. Muchos recuerdos y vivencias personales riegan la soledad del narrador, la soledad ante la ausencia del amor y la incertidumbre de poder encontrar a alguien nuevo que de por fin un portazo al extraño y cotidiano mundo de los solitarios.

En esta canción comienzan los que serán los primeros golpes de genialidad de Orbison en el estudio con la inclusión, por iniciativa propia, de instrumentos de cuerda que darán paso a una parte fundamental de su estilo, así como una de las primeras incursiones junto a Fred Foster, productor absolutamente imprescindible en su obra.

2. “Running scared” (Crying, Monument Records, 1961)

La idea de “Running Scared” le surge a Roy en un aeropuerto, lugar de encuentros y despedidas, de pequeñas historias como bien supo Jacques Brel, cuando compuso la extraordinaria “Orly”.

Canción dramática con final feliz pero también canción que entronca con la cinefilia de Orbison. “Running scared” maneja el suspense desde el título de la canción (“Corriendo asustados”) sumergiéndonos en una situación de incertidumbre. Ya en las dos primeras estrofas repite cinco veces «corriendo asustados» como si algo muy peligroso pudiera suceder, y ese algo tan peligroso vuelve a ser algo tan «banal» y «habitual» como es el reencuentro de nuestra pareja con un antiguo amor. Cuando realmente aparece ese viejo amor, la música nos introduce en una melodía absolutamente diferente que le añade más angustia a la situación. Para sorpresa de todos, la chica continúa con el narrador de la canción, situación que se resuelve literalmente en la última palabra de la canción: «you turned around and walked away with me» («tú te giraste y te viniste conmigo»).

A todo esto, la canción comienza casi como un suave susurro junto a una guitarra que va aumentando de tono, y la inclusión progresiva de instrumentos, lo que añade tensión a todo lo que va sucediendo. El ritmo está basado en el Bolero de Ravel, tras recomendarle Fred Foster a Roy que lo escuchara para escribir algo inspirado en él como también supo hacer Gilbert Becaud en su legendario “Et Maintenant”.

3.“Crying” (Crying, Monument Records, 1961)

Para muchísimos fans es la mejor canción de Orbison de todos los tiempos y posiblemente el descubrimiento definitivo de su estilo: voces «fantasmales» que aparecen para desaparecer, cuerdas dibujando contramelodías y una voz que suena, como diría Barry Gibb, «como la voz de Dios», una voz potente, a su vez suave, y un falsete que trascenderá en la música popular.

Realmente, la letra hace hincapié en otro sentimiento que todos hemos podido tener alguna vez, el reencuentro con un viejo amor que todavía sigue presente y que pensábamos superado. «Es difícil entenderlo, pero el simple contacto de tu mano me hace llorar». De estructura compleja, con múltiples matices en su construcción, es otra de las canciones que van dando las pautas a Orbison para componer. Eso le permitió escribir junto a Melson, Dees, etc., canciones muy novedosas para la época y que serían una fuerte influencia para grupos como Los Beatles o los Rolling Stones.

4. “In dreams” (In dreams, Monument Records, 1963)

Seguramente otra de las canciones más importantes que nacen de la mano de Orbison, y considerada toda una innovación por Bono en 1987, cuando realmente está escrita en el año 1962. “In dreams” rompe con todas las reglas conocidas de la música pop. En ella juega con una estructura absolutamente diferente a todo lo visto con anterioridad, y en el estrecho margen de apenas dos minutos y cincuenta segundos, logra meter seis o siete movimientos orquestales diferentes.

En cuanto al tema, se sumerge en lo onírico, registro que no será inhabitual en su repertorio. Tanto es así que Roy comentó que la canción la había soñado y apenas veinte minutos después de despertarse ya la tenía compuesta con letra y música. Si tuviéramos que elegir un verso de toda su discografía sería sin duda el que introduce esta canción, donde Orbison convierte al «sandman» (personaje del folclore anglosajón que ayuda a la gente a soñar) en un payaso de color caramelo, con esa bella aliteración del fonema «c» y que le da un carácter de trabalenguas: «A candy colored clown they call the sandman».

«Es terrible que estas cosas solo pasen en mis sueños, solo en sueños, en hermosos sueños». La canción sirvió años más tarde para revitalizar la carrera de Orbison, y sería gracias a David Lynch y el surrealista tono que le da a la letra de la canción en su cult movie Blue Velvet, casi convirtiéndola en un instrumento de tortura. Curiosamente, Orbison soñó la canción, Lynch soñó el argumento de la película, y Bono soñó la canción que escribiría para Orbison hacia el año 87, como si un mundo mágico de sueños cerrará un círculo.

5. “Blue bayou” (In dreams, Monument Records, 1963)

Orbison fue un hombre de sueños y utopías, de baladas estremecedoras y una personalidad melancólica irrepetible con su alma de rock and roll, tal como supo dibujarlo Juan Pedro Guerrero en su impecable biografía editada por Milenio.

“Blue bayou” es como un punto de fuga, un refugio necesario, a la manera de esa Albanta que luego imaginara Luis Eduardo Aute. De esos deseos de paz, en el fragor de las maratonianas giras, nacieron diversas canciones. Una de ellas se convirtió en uno de sus mayores clásicos, “Blue bayou”, que si bien puede parecer triste, el propio Orbison la consideraba como una canción que refleja un estado de soledad que precede a la felicidad: «algún dulce día me quitaré este dolor de aquí dentro».

Recientemente se ha descubierto que Orbison grabó en el año 63 una versión absolutamente diferente que solo salió en el single italiano, algo extraño y que incluso se sospecha que podría responder a un error de maquetación. La canción tuvo una enorme segunda juventud gracias a Linda Ronstadt, que grabó su tema más emblemático, y con el que logró incluso dos nominaciones a los Grammys.

Junto a “Pretty woman”, puede que sea la canción de Roy más versionada, por la magia que destila y porque es mucho más sencilla de cantar que el resto de sus clásicos.

6. “Goodnight” (Orbisongs, Monument Records, 1965)

Corría 1959 y a Roy se le ocurrió una brillante idea que marcaría su propio devenir como compositor. En una reunión con uno de los cantantes y compositores con los que más éxito tuvo, Joe Melson, le dijo: «Escribe una gran canción, yo escribiré una gran canción, las unimos y fabricaremos un gran éxito». A partir de ahí será habitual que Roy escriba canciones en colaboración.

En el caso concreto de “Goodnight” se unió a Bill Dees, que comentaría años después que esta canción era la «suma» de la melodía de lo que podrían haber sido cinco o seis canciones distintas, de ahí que nuevamente tengamos una canción en la que no repite ni una sola línea melódica.

La letra entra en el ámbito de lo confesional, ya que parece responder a una infidelidad de Claudette, la primera esposa de Roy, que fallecería poco después de escribirse esta canción. En la primera línea de la canción, Orbison parece sacar el disfraz de vengador para reconocer que su relación está muerta y que todo el mundo lo sabe, para poco después entrar en un torbellino de contradicciones en las que destaca por encima de todo que sigue echando de menos la manera en la que ella le daba las «buenas noches» antes de dormir.

Al final sigue jugando con la idea de lo agridulce que ha sido todo junto a ella para cerrar la canción imaginando que Claudette le vuelve a decir «buenas noches» antes de dormir. «Las buenas noches se convirtieron en una mentira, y no puedo evitar llorar… Buenas noches cariño, duerme bien mi amor, buenas noches».

Al cabo de los años y de la vida, Roy diría que no le gustaba esta canción, probablemente por tocar demasiado lo personal. Lo que parece indudable es que hubiera sido un éxito mucho mayor de no haber coincidido en las listas con ese «monstruo» llamado “Pretty woman”.

7. “Walk on” (Roy Orbison’s many moods, MGM, 1968)

Orbison sería apodado con prontitud como «el Carusso del Rock» en cuanto a su forma de cantar y hasta incluso como «el Puccini del pop» por su forma de escribir las canciones, lo que deja claro que sus «resonancias» operísticas estaban de un modo u otro ahí. Entre sus exponentes más operísticos podemos encontrar canciones como “It’s over”, “The crowd”, “Gigolette” o esta canción que con apenas dos retoques podría ser perfectamente una mini-aria de ópera. Un dramático crescendo, una inclusión muy inteligente de la instrumentación, una bella armonía y una letra muy Orbison fueron la tónica de una canción en la que vuelve a escribir con Melson una canción prácticamente atemporal. En ella, Roy le dice a una chica —muy cargado de rencor— que se marche, que no la quiere en su vida, y para ello esta vez no se andará con rodeos: «Toma el amor que descubrimos juntos, guárdalo para siempre en tu corazón… si alguna vez me has querido, vete».

8. “Southbound Jericho Parkway” (single My friend, MGM, 1969)

Seguramente esta es una canción que despierta amor y odio a partes iguales, una canción extraña, un brutal coqueteo de Orbison con la psicodelia reinante en los últimos años 60, con una de las letras que generaría mayor controversia en su carrera.

Roy se saltó prácticamente todos los cánones de la época en cuando a composición y hasta incluso en la forma de cantar, menos en uno: la duración de las canciones, donde normalmente se ajustó al cronómetro que marcaban las tendencias de esos tiempos. Pues bien, en esta cara B del single de My friend se saltó esa máxima de forma rotunda con una canción que dura siete minutos y que no es otra cosa que una pequeña ópera con fragmentos narrativos absolutamente dispares que en todo momento acompañan una letra tremendamente atípica en su carrera: un hombre que no tiene nada y que se ve de forma inevitable abocado al suicidio. Y por supuesto ese final, un final realmente complejo de cantar y que remata una pieza imprescindible en su cancionero, compuesta en esta ocasión por Bobby Bond y producida por Don Gant.

9. “In the real world / The comedians” (Mistery girl, Virgin Records, 1989)

Ambas sacadas del que sería el disco póstumo oficial de Orbison y del que prácticamente se podría escoger cualquier canción. «De este disco se hablará durante los próximos 30 años», llegó a decir Roy. El año pasado se cumplieron 30 años de la edición del Mistery girl y mantiene la frescura de entonces.

He seleccionado dos canciones de este disco por ser complementarias y estar basadas, en dos clásicos de Orbison, pero compuestas expresamente para Roy. «In The real world» corrobora en un lenguaje más profundo la idea central de «In dreams», y «The comedians» hace lo propio con «Running scared».

Elvis Costello le da una hermosa vuelta de tuerca a «Running scared» y convierte al amante (o teórico amante) de nuestra pareja en el dueño de nuestro destino, y mientras podríamos estar felices y ajenos a todo, él, de la forma más dura, puede detener el mundo para arrebatarnos lo que más queremos. Extraña y bonita metáfora de lo cruel que puede llegar a ser el amor cuando queda en manos de un tercero.

Por el contrario, «In the real world» vuelve a incidir en la magia que hay en los sueños, con algunos versos que sin duda alguna complementan la canción que Orbison escribiría allá por el año 1961, y en lo duro que supone volver a un «mundo real» donde ya no rigen las normas de la utopía y la ilusión.

10. “You’re The one” (King of hearts, Virgin Records, 1992)

Cuando pensábamos que no existían más grabaciones póstumas de Roy, vieron la luz las últimas que fue dejando a medio trabajar o que descartó para Mistery girl. De ahí saldría el disco King of hearts.

Mistery girl supuso que Orbison volviera a trabajar con quien compuso algunas de sus mejores canciones en sus años dorados: Bill Dees. Canciones como “It’s over”, “Pretty woman” o “Ride away” hicieron que Bill Dees acompañara a Orbison de gira por numerosos países, y con él escribió una de las últimas canciones que grabó: “You’re the one. En este caso ambos se vuelven a unir, pero esta vez no para cantarle al desamor o a la soledad, sino al amor más optimista, para cantarle a esa persona que quizá haya cambiado el rumbo de nuestra vida para siempre y con la que nos sentimos por fin felices, tanto dentro como fuera del mundo real: «Me abrazas dentro y fuera de los sueños». En el último estribillo le sumaron la voz de KD Lang, que estaba claro que sonaba de maravilla junto a la de Roy, como se pudo comprobar en el dueto del clásico “Crying” que les valió a ambos la consecución de un premio Grammy.

Brillante broche a la carrera de Roy cuya enorme obra y personalidad sigue despertando grandísimo interés con un archivo de canciones inéditas que debe seguir engrandeciendo su leyenda en el futuro.

 

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