Cine: «Elysium», de Neill Blomkamp

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«La película de Neill Blomkamp representa y constata la deriva más vulgar de la ciencia-ficción: aquella que plantea una alegoría social tan simplona y evidente que ha agotado su potencial reflexivo en la misma sinopsis»

elysium-19-08-13

 

«Elysium»
(Neill Blomkamp, 2013)

 

 

Texto: JORDI REVERT.

 

 

Desde su consolidación como género en la década de los 50, la ciencia-ficción fue esa preciosa página en blanco en la que el cine deconstruía la realidad de su tiempo, a la vez que tenía una oportunidad para alcanzar el quimérico «sense of wonder» que había impregnado las páginas de la Edad de Oro literaria de la «sci-fi». Su transcripción cinematográfica era, quizá, el espacio más extraordinario en el que el audiovisual podía reflexionar sobre el aquí y ahora, inicialmente marcado por el sino de la Guerra Fría y la filtración del terror rojo consiguiente a la catastrófica política internacional del presidente estadounidense Harry S. Truman.

En aquel contexto de oscuridad e incertezas apabullantes, las ficciones se correspondían con una inspiración igualmente abrumadora, alistada tanto en la vertiente más humanista como en relatos que respaldaban la oficial narrativa del miedo. Seis décadas después, «Elysium» es la muestra de un empobrecimiento alarmante que ni mucho menos se extiende a la totalidad del género, pero que sí se prodiga con mayor frecuencia de la deseable para un momento cuya triste complejidad debiera despertar manifestaciones más estimulantes, historias más desafiantes. La película de Neill Blomkamp representa y constata la deriva más vulgar de la ciencia-ficción: aquella que plantea una alegoría social tan simplona y evidente que ha agotado su potencial reflexivo en la misma sinopsis. El director sudafricano, que ya se había aventurado con paralelismos poco elaborados pero con mejor fortuna en la digna «District 9» (2009), abandona aquí toda intención de asentar tesis sociales consistentes para entregarse a un agotador espectáculo de «sci-fi action» en el que solo importan el ruido y la furia, y en el que la consecución de nerviosas «set pieces» se impone como superficial y caduca alma de la cinta.

En medio del estruendoso vacío que ejemplifica el exaltado «outsider» encarnado por Sharlto Copley  –una réplica fallida de los enérgicos villanos de James Cameron– , «Elysium» refrenda su vulgaridad a base de dibujar burdos esquemas sociales –la clase baja habla español, la alta, francés–, infravalorar de forma sistemática la inteligencia del espectador –el flashback como abusivo recurso para redundar la información– y armar metáforas de brocha gorda para reforzar el lado más humano de un héroe plano pese a la esforzada intensidad de Matt Damon. A pesar de la gravedad que Blomkamp se empeña en imprimir a una factura polvorienta –exhibida hasta el hastío en cámara lenta–, su película, carcomida por las inconsistencias de un guion pantanoso, lleva al ridículo los presupuestos más nobles de una ciencia-ficción cuya inspiración queda reducida a cenizas, solo revocada en una acelerada reconstrucción facial capaz de resucitar los placeres analógicos del maquillaje grotesco.

Anterior crítica de cine: “Pacific Rim”, de Guillermo del Toro.

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