«Soy taurino, cada día más. Dudo que sean muchos los que rompan mis discos, pero los invito a hacerlo. Hay que descartarse un poco y cultivar un público mas tolerante «
Andrés Calamaro tiene nuevo disco, «Bohemio», el primero de canciones nuevas en tres años. Así que nos ponemos en contacto con él para hablar de su actualidad y de todo un poco en esta larga entrevista.
Texto: JUAN PUCHADES.
Fotos: JAVIER SALAS.
Tras tres años sin disco nuevo de estudio, Andrés Calamaro regresa con «Bohemio», grabado este año con producción de Cachorro López, que ya produjo «La lengua popular» en 2007. Aunque entremedias ha estado subiendo más de dos mil temas a Soundcloud, entre rescates de lo que parece un inagotable archivo, canciones nuevas inéditas y esos extraños injertos (los «mash-ups») en los que recurre a fragmentos de canciones ajenas y materiales cazados en la red que él considera obra propia aunque a los demás nos cueste oírlos con su mismo entusiasmo. Si uno los compara con lo que ofrece en «Bohemio» es como estar ante dos creadores completamente distintos, uno que parece querer atraer a públicos de toda condición y otro dispuesto a incendiar neuronas y sistemas nerviosos ajenos. Pero así es Andrés Calamaro, absolutamente contradictorio.
Para lo que fueron tus estándares, este es un disco «corto», de solo diez canciones. ¿Las seleccionaste entre muchas o esto es todo lo que has compuesto en los últimos tres años?
Las elegimos entre muchas. Había escrito canciones hace dos inviernos, aunque no demasiado conforme con los resultados me había volcado en versiones y grabaciones de otra naturaleza ajena a la «canción». Llegué a sentirme temporalmente derrotado por la hoja en blanco, hasta que volví a encender las máquinas –literalmente: las máquinas de mi estudio doméstico de grabaciones– motivado por mi asociado Guido Nisenson, que grabó conmigo «Honestidad brutal» y viaja desde hace años operando sonido en nuestras giras. Guido intentaba convencerme de que tenía suficientes contenidos para preparar un disco, trabajamos juntos en la selección, arreglos y edición de un puñado de canciones con forma de disco. Esa preproducción me motivó para volver a grabar cosas nuevas, y me encontré en una espiral de grabaciones constantes, generando nuevos contenidos. Volví a saborear la grabación solitaria y permanente, ese peligroso veneno. Empecé a grabar y a escribir canciones nuevas, según mi método de buscar letra y música al mismo tiempo, registrar una grabación posible y seguir adelante. Estaba de vuelta tocando instrumentos y escribiendo textos. Llegué incluso a grabar simultáneamente hasta quince cosas al mismo tiempo, tomándome mis libertades. Grabando guitarras, bajos, piano eléctrico, generando loops insólitos de batería que rescataba del Youtube, con la definición que ofrece el Youtube, que es similar a la calidad de un Ipod. Versionando el blues de Chicago y el de Pappo, entre otras lecturas, volví a familiarizarme con las máquinas, que tenía apagadas desde hacía temporadas, los samplers que generaban los loops de baterías –no podía grabar baterías porque tenía vecinos– se sofisticaron y me encontré grabando piezas abstractas y contenidos experimentales, retrofuturistas, free. Y llegaron las canciones.
¿Así llegaron las nuevas canciones?
Sí, buscándolas me encontraban a mí. Una canción en particular me dio la pauta de una nueva generación de canciones que me estaban gustando realmente, fue ‘Dentro de una canción’ –que está incluida en el álbum–, esa misma noche escribí ‘Tan triste no es el blues’, como saludo a Pappo, y me encontré componiendo según mi método anteriormente comentado de letra y música al mismo tiempo, y a otra cosa. En Madrid armé un estudio similar y seguí grabando desde aquí. Hasta que me encontré con la melancolía formal. Los versos crueles. Una mañana escribí la que sería la penúltima canción. Y a la mañana siguiente, la última. No estaba dispuesto a entregarme a esa melancolía, que a veces llega en los acordes y a veces en los textos. Estas dos últimas fueron ‘Cuando no estás’ e ‘Inexplicable’, ambas incluidas en «Bohemio». Renuncié a ciertos sentimientos, pero seguí grabando instrumental y blues, versiones y abstractos, y mejoré mi técnica con los cables RCA –aquellos que usábamos para enchufarnos a las caseteras–, y a investigar en discografías completas, desde Duke Ellington, King Crimson, hip hop, heavy metal extremo al funky y Piazzola. Y me encontré con la palabra dicha, los textos de los poetas Beat: Kerouak, Henry Miller, Ginsberg; y los folkloristas Atahualpa Yupanqui y José Larralde. El cante de Antonio Mairena, y todos los «capella» que encontré, desde los MC del hip hop, hasta Nirvana, Marley, Capleton de Jamaica y más cosas, que terminaron siendo mil cosas.
¿Todo esto son los «mash-ups», los «injertos», que fuiste subiendo a Soundcloud?
Sí, dos mil artefactos musicales que grabé entre mayo y mayo. Incluso seguí en este registro con el disco terminado y girando. Mis últimas grabaciones las hice en un hotel en Medellín. Las últimas canciones, antes de la melancolía, hace doce meses. Perdí la cuenta de las opciones, de lo posible de incluir en un disco. Fuera del repertorio vanguardista –gran parte descansa despierto en soundcloud.com/a-k-25–, también había recolectado canciones, rock picante, letras de humor marginal. Entendí que el disco no podía, ni tenía, que representar el conjunto y la variedad de lo hecho. Un disco era otra grabación, no necesariamente una recopilación de estas ilimitadas cosas. No sé cuántas canciones le presenté a Cachorro [López], fueron dos «pendrives», uno de canciones bien presentadas por Guido y otro con un resumen de todos los registros, y la mayoría de las canciones que pensé que valía la pena mostrar. Hablamos con Cachorro hace un año, para ponernos al día con la música y la vida. Después nos encontramos para compartir estos dos archivos de música. Según los calendarios, los compromisos y las vacaciones de Cachorro, acordamos grabar en marzo; tenía que esperar de octubre hasta marzo, pero pensé que valía la pena:; Cachorro me había elegido, a mí y al disco que grabamos.
¿Salían las canciones de formato convencional con la misma facilidad de años atrás?
Hoy no saldrían, ni con facilidad ni con dificultad. Porque estoy concentrado en ensayos fuertes, y en una gira que nos demanda conciencia, concentración y esfuerzo físico y mental. Y porque para escribir hay que estar solo, aislarse un poco para componer, para ofrecer el cuerpo a un proceso creativo intenso. Quizá todos los procesos creativos sean intensos. Y también estoy disfrutando de mi vida doméstica, uno de mis sueños: encontrar en casa motivos suficientes para volver ilusionado al calor del hogar. Entre las giras y una vida que me gusta vivir, fui abandonando paulatinamente el ejercicio de grabaciones Soundcloud. Y las máquinas están descansando de nuevo.
Últimamente, cómo compones, ¿a piano o a guitarra; en viajes, en casa…?
Todo este episodio operístico de grabar inventando sonidos que no existen, canciones que no fueron escritas, lo grabé aislado de todo, un terreno arriesgado porque las canciones se multiplican a la misma velocidad que los problemas. Toqué guitarra y piano, en mis domicilios de provincia de Buenos Aires y Madrid. En los hoteles, aguanté hasta Medellín. Y me aburrí de llegar a un hotel y enchufar tantos cables.
¿Por qué has vuelto a elegir a Cachorro López como productor, con el que ya trabajaste en «La lengua popular»?
Grabar un disco independiente de todas estas grabaciones antes explicadas, fue una opción cuando Cachorro fue una opción formal. Separar diez canciones, ya confiando en un repertorio musculoso y exagerado, podía ser un proyecto de disco ambicioso, por la exigencia y la categoría de Cachorro. Y entendí que valía la pena esperar a los almanaques para que López dirigiera la grabación. Él escucha todo y piensa un disco, cree en lo que quiere grabar, graba con corazón y cabeza; es el primero en llegar y el último en irse del estudio. Es muy torero, porque conoce las suertes de la grabación y respeta el tiempo de los tres tercios de la producción de un disco. Establecer un repertorio sobre una guía vocal y ligeramente instrumental; grabar los instrumentos y las voces definitivas, y mezclar con César Sogbe, que vendría de Miami. No existen las grabaciones interminables de Cachorro, él respeta su método y lo hace respetar. Un disco es un disco, y hay cincuenta formas de grabar un disco. Si echo de menos algo de las otras cuarenta y nueve maneras… Tengo todo el espacio del mundo, pero la grabación de «Bohemio» es el plan de Cachorro, que elige con cuidado cada sonido, que edita la forma de las canciones, toca el bajo y lo concreta a tiempo para la llegada del ingeniero de mezclas.
¿Qué crees que aporta López como productor a tu música?
Cachorro aporta todo, asociado con Sebastián Schon, que opera las grabaciones y suma experiencia musical. Es la madre de esta grabación, y la grabación es lo que hay para escuchar. Todo. Súper-López tiene un prestigio, y una calidad, que lo hacen confiable, entusiasma a la noble industria de grabación musical. Buenas canciones y Cachorro, un plan perfecto.
Tanto en «On the rock» como en «Bohemio», no has grabado instrumentos, solo voz. ¿Por qué?
Es normal concentrarme en las grabaciones vocales. Como es natural cantar sin acompañarme con instrumentos, en los ensayos y en vivo. Siempre estamos solos mientras cantamos en el estudio; cantar sin tocar –al mismo tiempo– tiene sentido musical y escénico. Tocamos con un pianista formidable y dos guitarras, además del bajo y la batería, y todos cantan conmigo. Soltar el piano, le da mas espacio al quinteto. Hay tiempo para ensuciar desde el piano o la guitarra, pero hay que permitir que respire el grupo. Lógicamente, concentrarme en la ejecución vocal me permite madurar la interpretación y liberar el cuerpo. Cuando llegó el momento de grabar el disco, ya estábamos ensayando, la banda estaba inspirada y asentada en un sonido muy bueno. Desde todo punto de vista entendí que tenía que involucrar a mis compañeros en la grabación. Estaba ensayando fuerte con una banda que tenía que estrenarse, y es posible que hubiera abusado de grabaciones incansables, esa fiebre de vivir que expliqué en anteriores preguntas y respuestas. Fui a la grabación para darle forma al repertorio, cantar guías vocales (que a veces sirven como definitivas), y editar estructuras, incluso letras de las canciones. En el segundo tercio, visitaba el estudio para cantar las voces definitivas, y la producción vocal. Grabamos varias alternativas y armamos un track combinado, sobre ese track compuesto corregimos hasta tener un canal vocal óptimo, y sumamos las armonías vocales y los coros. Me ofrecí a la grabación como un elemento funcional, para responder a la importancia del canto en un disco de esta naturaleza. Habiendo cantado aceptablemente bien, seguí cantando en las giras que ya habían empezado. Y las mezclas de César Sogbe sonaron muy bien.
¿Hasta qué punto le has dejado la responsabilidad del resultado musical del disco al productor?
Le dejo toda la responsabilidad y le presto mi confianza total. Puedo opinar sin alterar el pulso que imprime Cachorro. Sugerí alguna canción faltante y descarté alguna de las elegidas en la primera selección, estudiamos las estructuras de las canciones, cuidando las letras y sus posibles ajustes. Después me conformé con el importante rol de cantante, me exigí cantar bien, respondí a las directivas de Cachorro, canté para él y para el disco. Participando y cantando, habiendo propuesto a los músicos para el disco, le dejé toda la responsabilidad. Él trabaja mejor así, y así le gusta trabajar, si necesita consultarme algo lo hace sin problemas y con confianza.
¿Querías un disco que sonara más pop que rock?
Yo entiendo que este es un disco de rock sin poses ni caricatura rockera. Entiendo por el pop, el power pop que se hacía en Inglaterra en los setenta, antes del punk rock. Lo que históricamente se conoce como pub rock. El disco que resume mi idea del power pop es «Seconds of pleasure», de Rockpile, el supergrupo pub de Nick Lowe y Dave Edmunds. Rockeros ingleses históricos. Brinsley Schwarz, Flaming Groovies y otros sonidos anteriores y contemporáneos a The Clash, que es otra cosa. ‘Christine’, de Garland Jeffreys, o Ian Dury. Pop también es el concepto plástico dinámico de Andy Warhol. Acualmente se entiende por pop el sonido artificial de los ochenta, ahora mismo pop es Madonna o Kate Perry. Incluso sin escucharlas, eso es pop ahora mismo, ¡y a todas luces! «Bohemio» es un disco de rock, de canciones de rock, letras de rock y solos de guitarra de rock. Frank Ocean es soul o R&B , «Yeezus» de Kanye West es el hip hop parisino, y, sin quererlo, es un disco de rock por la actitud del texto, del artista y de la grabación no ortodoxa de hip hop. Los teclados y las baterías eléctricas son black music… Pop también puede llamarse a todo, a Elton John… a todo lo que no sea heavy metal… Es casi una palabra que responde a una estructura formal de grabar discos mundiales y sacudir el mercado, o lo que sea que sea el mercado ahora. No entiendo totalmente al pop como un género musical. Y los músicos de rock hacemos rock. Muchos músicos son especialistas en blues, country moderno, jazz o Stevie Wonder. Pero conmigo tocan rock. No necesita ser rápido para ser rock, que acepta el concurso de las melodías. No necesita ser distorsionado para ser rock. Sin «yeite» también es rock. Y el pop es algo extremo hoy en día. En los años setenta todo era rock, todo lo que grababan hombres blancos o ingleses. Incluso Devo o Tangerine Dream, el rock sinfónico es rock categoría classic rock y tampoco responde al sonido rockero explícito.
«No es grato recordar ciertas cosas, pero hay momentos en que recordamos con extraña alegría algunos episodios fuertes»
Muchos compositores tratan de no repetir temáticas, que cada canción aborde algo que, en la medida de lo posible, no recuerde a temas propios anteriores. Tú, en ‘Tantas veces’, pides perdón una vez más, y ya llevas unas cuantas canciones pidiendo perdón. ¿No temes parecer reiterativo?
Piden perdón los condenados a muerte, piden perdón los hombres fuertes para cambiar, en este caso piden perdón los boleros… ‘Perdón, vida de mi vida’ es el bolero de Pedro Flores, y el preferido de Jerry González. «No hace falta pedir perdón» es el eslogan de una película muy vista cuando yo era adolescente: «Love story», con Ryan O’Neal, una frase clásica del cine… aunque no tanto como las de «Casablanca». ‘Tantas veces’ es eso, es un paseo por frases que pido prestadas. Incluido el «músculo corazón» de Los Rodríguez, el Martín Fierro y una frase textual del tango ‘Naranjo en flor’. No sé si es trampa, porque son frases muy escuchadas, la mayoría establecidas en la cultura general. Suena reiterativo porque solo me apropié de un fragmento del bolero. Es una forma peculiar de escribir una canción, con versos textuales de otros autores, tampoco puedo abusar de ese formato, que ya usé textual en ‘El pasodoble de los amigos ausentes’ [en «On the rock»], que cita a Nebbia y a Muddy Waters, como mínimo. Por mucho menos, Enrique Bunbury fue acosado por la crítica.
Como has mencionado, en ‘Tantas veces’ cantas: «dicen que el corazón es músculo que necesita acción», que remite a ‘Mucho mejor’, la canción que Ariel Rot escribió para Los Rodríguez. Pero Ariel explicó que en su momento te negabas a cantarla. ¿Es la cita una forma de reconciliarte con el pasado?
Debería de haberla cantado entera, es un rock muy bueno y fue importante para Los Rodríguez, y sigue siendo importante en el repertorio de cualquiera que quiera cantarla. No es mi letra preferida de Ariel, que es un letrista que me gusta mucho. ‘Mucho mejor’ está escrita en clave de humor gris, quizá no la entendí en el momento de grabar «Palabras más, palabras menos». Creo que algunas letras de «Bohemio» contemplan el estilo de los textos de Ariel en su estupenda época solista. Canciones bien plantadas en el pasado y el presente, con el vacío de las ausencias y la reflexión que la falta de los amigos impone; canciones de un momento de la vida, escritas con seriedad, elaboración y sentido del humor. ‘Nacimos para correr’ es un ejemplo de lo que entiendo como el estilo de Ariel escribiendo.
Hay dos temas en «Bohemio» muy poderosos, de los mejores, de rock clavando en el funk y franqueando la disco music: ‘Rehenes’ e ‘Inexplicable’, ¿los imaginaste de ese modo desde el principio, buscando en ellos un punto bailable?
Las versiones del disco son fieles al espíritu de las «originales», ocurre que pienso y grabo lo que pienso; y en el estudio tenemos una referencia completa de las canciones en versión «demo master» [se refiere a sus maquetas]. No pensé que eran funk ni estricto rock and roll… Me recordaban vagamente a la música de otros artistas argentinos, como Virus y Babasónicos. Eso pensé que estaba escuchando cuando las escribí, grabando una versión inmediata pero construida.
¿Qué idea llevabas con ‘Bohemio’; qué tipo de canción querías escribir, porque parece inspirada por los estándares de la canción melódica?
Según Diego Manrique es un «bolero rebelde». Puede ser un tango que ningún tanguero aceptaría como genuino. También me sentí en ese punto intermedio que algunos melódicos buenos transitan, con influencia latina o flamenca, de bolerista o baladista clásico. Las escribo grabando, al mismo tiempo y sin mucha pausa; ahora puedo ofrecer –y escuchar– teorías y análisis. También me recuerda a algunos buenos ejemplos melódicos. El melódico bohemio.
Tengo la impresión de que en ‘Belgrano’, el tema que dedicas a Luis Alberto Spinetta, has tratado de recrear el clima o la atmósfera del sonido clásico de algunas producciones de Spinetta. ¿Ha sido así?
Sinceramente no. Los sonidos mas sorprendentes de Luis Alberto Spinetta, por el contexto de la época y la juventud, son los de las grabaciones de Pescado Rabioso e Invisible. No consigo explicarme cómo grabó tan bien, y con tan buen sonido. Hace cuarenta años, y con veinte años. Seguramente que ayuda el talento y un repertorio original y brillante.
Has dedicado canciones a Miguel Abuelo, a Pappo, a Spinetta. Más allá de la relación personal con ellos, ¿es una forma de respeto por quienes estuvieron en esto antes que tú y han fallecido?
El respeto es fundamental entre todos, pero con estos músicos tengo una relación especial de «groupie», y también de compañeros, camaradas y amigos. Nunca perdí la fascinación por estos tres iconos amados por el rock de Argentina. Dejaron un legado valioso de libertad, lírica y fronteras abiertas para el rock de imaginación. Sin duda, escribirles es declararles mi amor varonil y mi respeto.
Por la letra, chocante con las del resto del disco, parece que ‘Plástico fino’ esté escrita en la «época camboyana», ¿es así?
Es chocante y tiene el componente venenoso del chaparrón de las grabaciones camboyanas, con origen en aquellas que serían «El salmón». Cachorro la eligió para ser parte de estas diez, y no me hizo comentarios a propósito de la letra. La escribí en Madrid, donde grabé la versión inmediata. Es literal incluso en el uso de metáforas, que no son del todo metafóricas.
¿Cómo se te ocurrió citar en ese tema a ‘Veneno en la piel’, de Radio Futura?
Es posible que no me haya dado cuenta. Ya grabé una buena versión de ‘Veneno en la piel’ en el disco de homenaje a Radio Futura. Una grabación poderosa producida por Carlos Narea. Sonido americano. El plástico se ajustaba a los episodios marginales que dejamos atrás los que pudimos. Si fue una coincidencia, respondió a mi respeto y admiración por Santiago [Auserón] y Radio Futura. Que sea un homenaje a Kike Sierra [guitarrista de Radio Futura, fallecido en 2012]. Bien por mí.
Algunas referencias de ‘Rehenes’ (el episodio en Barajas, el piano rojo) evidencian que recreas la época en la que se gestó «Honestidad Brutal», pero es como si la canción estuviera escrita para alguien, como si tuviera destinatario, ¿es así? ¿Recuerdas con frecuencia aquel periodo, lo añoras?
Todo el disco engaña un poco en el uso de la primera, segunda y tercera persona. ‘Bohemio’ y ‘Rehenes’ están escritas en tercera persona, y ‘Cuando no estás’ engaña cuando intercala la primera persona (yo) con segunda (tú). ‘Rehenes’ son recuerdos que presento en forma de montaje de «polaroids de locura ordinaria». No siempre soy el protagonista, a veces la tercera persona es genuina, y otras veces hablo de mí en tercera persona, sin mencionar mi nombre. Pero todo responde a épocas y eventos verdaderos. La gira con Dylan de 1999, mis días marginales «findelmundistas» y alguna imagen para concluir en el remate. «Entonces (todo aquello), era la libertad»… No es grato recordar ciertas cosas, pero hay momentos en que recordamos con extraña alegría algunos episodios fuertes.
En ‘Nacimos para correr’ dices que «cada vez que suene mi canción, voy a volver a nacer otra vez». Es evidente que tu obra te sobrevivirá, ¿pero no es más elegante que estas cosas las digan los demás y no uno mismo?
Es un sentimiento heroico dentro del propio pecho. Intenta trasmitir esa sensación a todos: las canciones capaces de dar la impresión de poder detener al tiempo. Es un servicio a la comunidad. Y es mi interpretación de lo que escribe Ariel [Rot], sentido y sensibilidad. Si resulta solemne, entonces podría transmitir una sensación heroica.
Es la segunda vez que mencionas el estilo de componer de Ariel, tu antiguo socio, entiendo que sigues de cerca su trabajo, ¿no?
No puedo cantar todas las canciones de Ariel de memoria. ¡Tampoco puedo cantar las mías de memoria! A veces un puñado de canciones ya merece confianza. El buen desempeño está demostrado, tampoco hay porqué rendir exámenes todos los días, si ya se quedó demostrado «porque sabe, porque puede y porque quiere».
Supongo que sabes que mucha gente daría lo que fuera porque Ariel y tú os decidierais a grabar un disco conjunto, que hubiera un reencuentro, como Los Rodríguez o con vuestros nombres, como se dan con tanta frecuencia. ¿Es imposible, es algo totalmente descartado?
No es imposible, pero ya no coincidimos todo el año en Madrid. Ariel es exigente con la composición, se toma el tiempo para mejorar las formas musicales, y ofrecer letras hondas y bien escritas. Yo soy más urgente, no sé programarme una temporada de composición de canciones. Prefiero usar lo que ya tengo, o elegir diez canciones entre ochenta maquetas. Además estoy comprometido con la responsabilidad de mis giras. Los Rodríguez es irrepetible, por motivos que escapan a lo estrictamente musical: ya no tenemos a Julián [Infante], ni a Guillermo [Martín], ni a Daniel [Zamora]. Seríamos «dos Rodríguez» escribiendo canciones como excusa para volver con un número que fue exitoso. Nos pueden tentar con una gira y un disco de importancia, con una vuelta grande. Pero no son mis prioridades. Me encanta estar con Ariel en un escenario, lo hacíamos muy bien con Los Rodríguez. Pero ahora tengo otro grupo, y quiero darle continuidad a estos músicos que confían en mí. Aislar un gran retorno como excusa comercial, a mí no me interesa. Ni a Ariel.
Volviendo a ‘Nacimos para correr’, es una canción interesante porque abres una temática distinta en el disco, y en tu obra, la de la propia muerte. ¿Empieza a preocuparte?
Demasiado amigos murieron demasiado jóvenes, sin contar al club de los 27. Y mis padres ya pasaron los noventa. No puedo preocuparme por mí, no sería apropiado en este momento.
«Nadie recuerda un tuit pero miles de personas recuerdan mis canciones. Y se enamoran con mis canciones, y llaman Andrés o Paloma a niños que engendraron fornicando con mis canciones de música de fondo»
En muchos lugares del mundo se está pasando mal, hay hambre, corrupción, desempleo, recortes de derechos y libertades, pero en estas canciones pareces impermeable a ello y hablas de amor y otros temas, digamos, personales. En el pasado sí hubo grandes canciones sociales tuyas, ¿ya no te inspiran estas cuestiones?
Sí me inspiran, escribí rimas sociales, rimas de ensayo literario… Ya desde las grabaciones de «On the rock», contagiado por el talento y la vitalidad de El Langui. Y sigo encarnando mi protesta social en mis textos, aunque en la lotería de la producción adecuada no hayamos elegido más letras de esa naturaleza. Contemplar la realidad que nos rodea es inevitable en la mayoría de los casos, por lo menos asumiendo tareas creativas. Pero creo que toda la música tiene una función social. Las letras personales, o con personajes de carne y hueso, son simbólicas o cumplen con la equivalencia de presentar al individuo como resumen de la sociedad. Los bonus track de «Bohemio» están en la nube soundcloud.com/a-k-25… y algunos tienen perfiles psico-sociales. ‘»Cazador de ateos’, ‘Blues y orquesta’, ‘Keith Moon’… dos mil bonus tracks son un buen complemento para presumir de completo.
El otro día, Loquillo dijo: «Ahora vienen tiempos duros, tiempos de lucha, luego son tiempos de rock and roll. Con cinco millones de parados, ¿qué le vas a cantar a la gente? ¿Qué bonito es el amor y qué lindas son las flores y el cielo azul? ¡Venga ya!». Escuchando tu disco, estás en el polo opuesto de su opinión (aunque tú no vives ahora en España), ¿cómo crees que lo recibirán tus seguidores españoles?
Yo no soy cursi, a pesar de lo que opinen cuatro en internet. Los mismos cuatro van a insultarte –en los comentarios online de la revista– si no les gusta algo que escribiste. Hay insultadores en todos lados. Pero estas canciones son comprometidas, la música nos involucra incluso cantada en otro idioma; el rock grabado en un inglés que no hablamos fluidamente, también nos moviliza. Tampoco me siento en el polo opuesto de Loquillo, que canta rock and roll. También traduce textos importantes y realiza obras conceptuales, pero no es un músico de «protesta punk». No solamente Calle 13, Fermin Muguruza o Manu Chao le cantan a la realidad, aunque lo hacen muy bien y es importante que existan. Son artistas importantes. Pero la imaginación es libre y la creación es expresión humana. Muchas veces las voces más críticas son las del humor. «Mongolia» [la revista satírica], por ejemplo. La gente de España y del resto del mundo sabe cual es la importancia de la música. La vacuna para soportar los males de este mundo. La cantores elegidos de la tierra, acompañan los miedos, los amores, las dudas y la rabia de su pueblo.
¿Te molesta que tu obra se compare constantemente con «Alta suciedad» y «Honestidad brutal», que mucha gente espere de ti discos como aquellos, ¡quince años después!?
No creo que haya que comparar a un músico consigo mismo, más correcto sería compararnos con otros músicos y discos contemporáneos. Pero tampoco me molesta que me comparen con aquellos discos, personales y también contemporáneos. Las canciones de «La lengua popular» son importantes en los recitales, que cerramos con ‘Los chicos’. Y el directo es el gran «real time». Ya tenemos una generación más, contemporánea a mis grabaciones de este siglo. Tengo que estar satisfecho, y conforme, con haber presentado discos que siguen gustando y escuchándose, quince y veinte años después.
Hace tres o cuatro años, en una entrevista, me dijiste que quizá tus mejores discos ya los habías escrito y grabado, pese a ello, ¿tratas de hacer cada vez mejores canciones, mejores discos, superar lo ya hecho, o te dejas llevar e intentas no pensar en la obra anterior?
No pienso en mi obra anterior, nunca escuché mis discos. Realmente nunca. Pero convivo con esas canciones porque las cantamos en directo. Ese gran «real time» que es el directo, un índice bastante sólido. No puedo «tratar de mejorar discos», pero supongo que eso forma parte del instante creativo; sentirse haciendo bien las cosas, inventando todo el tiempo cosas que no existen. Supongo que me dejo llevar, si miro con cierta distancia mi obra de los últimos quince años, es interesante, emocionante, abundante… Transité caminos importantes en la carretera de la grabación y los conciertos. Grabé con artistas extraordinarios algunas de mis mejores canciones. Ademas de los balances antológicos, grabé repertorio muy bueno en discos que no fueron tan celebrados como otros anteriores, pero no creo que haya que confiar demasiado en las opiniones, la opinión se equivoca, incluso tomando decisiones importantes. Y confío en mi instinto y mi oficio de músico creativo, en los controles de calidad que supone un disco, y en la gente valiosa que grabó conmigo en todos estos años.
¿Por qué mantienes en ocasiones una actitud tan beligerante desde Twitter, incluso insultando a la gente que no opina como tú?
No lo veo así, el microblogging tiene una naturaleza efímera, nadie recuerda un tuit pero miles de personas recuerdan mis canciones. Y se enamoran con mis canciones, y llaman Andrés o Paloma a niños que engendraron fornicando con mis canciones de música de fondo. Por otra parte, el rock no cumple funciones de «relaciones públicas», tiene que ofender, tiene que darte una bofetada de vez en cuando… Y aquella frase de «The Newsroom» [serie de televisión, ahora mismo por su segunda temporada]: «Decir la verdad a los estúpidos». El microblogging es un nano-clima, yo camino por la calle, escucho a la gente, vivo en aeropuertos, poniéndome multitudes delante mío; y no veo que «Tweety» [Calamaro quiere que Twitter se escriba así] sea influyente. Puedo equivocarme, pero para mí es una forma bastarda de literatura o micro-periodismo. Mañana nos despertamos y nos cobran en dólares por escribir nuestras espontáneas tonterías. Y se termina todo. Pero casi siempre mantengo una actitud amable y cordial, que es mi estado natural.
¿No sería mejor mantener con las redes sociales, como hacen la mayoría de artistas, una cierta distancia, quedarte al margen y no responder, aunque recibas insultos? Por otra parte, ¿no se pierde el misterio del artista si respondes personalmente, no se crea un exceso de cercanía?
Yo leo a los «followers» agradecidos con el intercambio. Les gusta que me moje y que responda a preguntas musicales, a cosas propias de los discos. También me preguntan por iconos del rock que conocí. Y es un «feedback» para saber cuánto le gusta, a ese grupo de gente que me sigue (150.000), el disco o cada concierto. La cercanía no obstruye el camino a la gloria: cada día soy mas leyenda, me esperan con mayor ansiedad y en más países. La previa del disco fue tremenda, hace años que no asistía a semejante expectativa con un disco. Podríamos tocar los 365 días del año, hay un deseo por escuchar terrible. Yo tampoco cuento si estoy en el backstage del toro con un maestro, o si estoy cenando con jugadores del Barcelona, tampoco si estoy fornicando en una nuble de gloria. Sería exagerado contar la ropa que me compro, los discos, cada episodio de pequeña grandeza. El pueblo me demuestra una lealtad y un amor importantes, con mucha generosidad. Por suerte pude conservar el misterio bien encapsulado. Hay cosas que nadie tiene que saber.
Pero, ¿en ocasiones no temes exponerte demasiado con algunas de las cosas que cuentas en Twitter, y de las que los medios se hacen eco?
El único problema es el eco de los medios, no tengo una cuenta verificada, hay un @calamarooficial que no soy yo [y no es broma: pese a estar verificada por Twitter como oficial, no es de Calamaro], y muchas páginas de Facebook con mi nombre, alguna con más de un millón de seguidores. Es imprudente usar internet como agencia noticiosa, hay que confirmar los datos con responsabilidad. Lógicamente, el eco de la prensa generalista, y amarillenta, arruina la dinámica del intercambio de ideas y opiniones; por eso la mayoría de los músicos –y periodistas– escriben bajo seudónimo, no todos.
A veces también has usado Twitter para responder de malas maneras a las críticas que no son de tu agrado. ¿No aceptas la crítica?
Una crítica es una crítica, puedo no compartirla, puede no gustarme nada el enfoque, puede equivocarse. Pero que la escriba un periodista especialista que escribe todo el año sobre música. Si no, no es una crítica; es una opinión que responde a los caprichos de los anónimos, muchos pibes escriben solo para provocar o reventar un chat, o los tuits. La opinión tardo-hipster, las falacias obscenas de una corrección política ingenua pero inquisitorial. No tengo que aceptar eso. Mejor les digo la verdad, puedo intentarlo con diálogo e información, pero a veces vienen demasiado convencidos de algo que ni conocen. No puedo ponerme a la altura de alguien que no sé quién es, qué edad tiene, nada. Si hace falta, lo mando a la mierda. Así crecen. Si no les gusta pueden leer libros.
Si realizas un trabajo público y artístico, inevitablemente, la crítica estará ahí. Como se dice en algunos oficios, ¿no es algo que va incluido en el sueldo? A pesar de los años, ¿uno no se acostumbra a las críticas?
Yo siento que hace falta mas crítica, más crítica de discos en los periódicos, y más atención a los estrenos en la radio. Ahora mismo hay gente ejerciendo el periodismo que es cualquier cosa menos profesional. Algunos análisis son una porquería; hay que concentrarse en las ideas, y la ideas en la música son ajenas al pulso urgente de una actualidad «modelo telecinco»… Soy músico, y trabajo con músicos que son más músicos que yo, además confío en periodistas musicales contrastados. Voy a leer disparates y los voy a odiar. Pero me gustaría leer más críticas de discos en este idioma, fuera de lo que son las doscientas críticas mensuales de revistas británicas.
Otra de tus cuitas en Twitter tiene que ver con los toros. Cada vez que veo que respondes con algún exabrupto a algún antitaurino que te escribe, pienso que estás perdiendo unos cuantos seguidores en España, donde mucha gente es muy sensible a este tema. ¿No puedes hacer como algunos compañeros tuyos, que son aficionados a los toros pero lo llevan con discreción, no hacen alarde de ello, no pretenden que la gente piense como ellos y, evidentemente, no responden a nadie?
Fuera del flamenco y la tauromaquia, todo es superficial y frívolo. El arte es Dios. Algunos afortunados van a percibirlo. La falacia permanente de una «corrección política» audaz en su desparpajo infantil, es algo que no voy tragar. Están equivocados, lo que opinan se construye sobre bases equivocadas, desinformadas y los planteamientos morales son un cuento chino. Mañana van a decir que Picasso pintaba mamarrachos. Es una moda, una moda absurda que ni siquiera está de moda. Una tendencia de rechazo a lo desconocido. Y ya sufrimos esa clase de rechazo. La tauromaquia no necesita de mi defensa. Pero hay que plantarse y defender la verdad, más si es una verdad artística y litúrgica. El mundo se muere de hambre y de guerra, y eso alguien lo permite. Todos los animales son industriales y maltratados. ¡Hasta el salmón! Desenfocarse tanto ya no es gracioso. Ni hablar de endilgarle al arte el tópico del franquismo y la España antigua. El arte se entiende y se percibe si estás dispuesto a ofrecerle voluntad y sensibilidad. No pretendo que piensen como yo, pero no les vendría nada mal. El que se tomó veinte años antes de opinar, el que estudia y lee, el que quiere aprender y aprender a sentir. Ese soy yo. Supongo que, siendo quinientos millones de enchufados, muchos se suben a todos los trenes. A mí la estupidez me perturba un poco, es una condición bastante imperdonable. Peor es un hijo de puta, pero un estúpido no le hace bien a nadie.
Dicho lo cual, ¿de verdad, que no te preocupa que haya seguidores tuyos que se sientan ofendidos por tu defensa de lo taurino y que por ello decidan pasar de ti y de tu obra?
No solo no me preocupa, me ofende. Sé que podemos convivir, pero tienen que respetar a los mayores, suponiendo que saben lo que dicen. Si insisten mucho, o de malos modos, entonces es una falta de respeto. Soy taurino, cada día más. Dudo que sean muchos los que rompan mis discos, pero los invito a hacerlo. Hay que descartarse un poco y cultivar un público mas tolerante.
¿No te inquieta que algunos de tus seguidores puedan pensar que el Andrés Calamaro de verdad es el de los tuits airados o agresivos y no el que escribe letras sensibles y sentidas? ¿No estás erosionando tu imagen?
¿Por qué hablar fuerte? Porque la raza humana se extingue de hambre y guerra, porque hay millones de desempleados en España, y no quieren escuchar solamente canciones que les cuenten «Que bonito es el amor, las nubes y los pajarillos». Yo escribo letras salvajes, satánicas, reaccionarias, tóxicas. Y en la web compartí dos mil artefactos musicales, y casi nunca pierdo mi tono cordial y mi gratitud, porque me escriben puras cosas bonitas y nobles. Mi imagen está intacta en la calle, entre los artistas, en los ámbitos culturales y marginales, y el público de desvive por escucharnos en vivo. La gente agradece la incorrección política.
Convengamos y aclaremos, en todo caso, que en las distancias cortas eres un tipo bastante cordial… ¡y poco satánico!
En las distancias cortas soy amable y respetuoso, un ciudadano amigable. Por eso tengo la amistad y la confianza de mis colegas de gremio, y de otros gremios en el deporte, la tauromaquia y los márgenes. Y en la «larga distancia» está toda esa multitud que se deja acompañar por mis canciones en momentos sensibles, complicados y gloriosos de la vida.
¿Por qué cambiaste casi completamente la banda de directo?
Terminamos un ciclo. Aún así me costó mucho decidirme. Renunciar a mis compañeros. Y la realidad socioeconómica nos cayó encima. Tengo a mis viejos ya grandes, y una hija chica; además estamos instalados con mi novia en Buenos Aires, aunque nos encanta estar en Madrid. En España se terminó el trabajo, subieron los impuestos y eso desarmó la ingeniería financiera que nos permitía mantener un modus operandi. En Argentina sufrimos una explosiva devaluación de la moneda y mantener una banda viajera se hizo imposible. Instalar a un grupo en hoteles cotizados en dólares quedó fuera de nuestras posibilidades. Aunque mantenemos un nivel alto de calidad musical, en el sonido, en el sonido de escenario, las luces, las pantallas, la seguridad… y queremos mantenernos ofreciendo conciertos de categoría, sin renunciar a la calidad integral del concierto. Y terminábamos un ciclo para empezar otro que me permitiera ensayos más largos, no solo dos semanas para ponernos al día y retomar las giras. Me gusta mucho ensayar, y necesito de los ensayos. Tardé en decidirme y desprenderme de mis compañeros y camaradas, que también era una banda superlativa. Guido [Nisenson] me ayudó a convocar un cásting cerrado, y nos conocimos hace poco menos de un año. Nos elegimos y ensayamos fuerte en febrero y marzo. Son músicos residentes en Buenos Aires que vienen a ensayar en su coche, en bicicleta o en transporte público. Y muy buenos.
Se rumorea que has acabado mal con Candy Caramelo y con el Niño Bruno, con los que llevabas trabajando años, ¿es así o es un bulo?
No es verdad, para nada. Con Candy y con Jose [Niño Bruno] nos queremos de verdad, somos amigos para siempre. Compartimos mucho y lo valoramos humanamente. Me ayudaron mucho en esta difícil decisión. Con Diego [García] pensamos en seguir tocando porque él vivió unos meses en Argentina, pero resignó su lugar para seguir su propio camino «twanguero», y yo apoyé su desición con respeto y afecto. Somos compañeros para toda la vida. Fuimos juntos a la guerra, y ese vínculo es fuerte y formidable. Además terminamos muy bien. Todos pasamos momentos complicados en estos años tocando juntos, y seguimos adelante. Dimos nuestro último concierto en el House of Blues de Chicago.
En los últimos años has entrado con fuerza en muchos países americanos, ¿cómo te reciben? ¿Cómo estás viviendo esas giras?
Lo vivo con gratitud y responsabilidad. Nunca había girado por México y Colombia, y encontré un publico generoso. Es muy importante viajar lejos de casa y encontrarse con un público importante que nos recibe tan bien. Nos hacen sentir locales, como que nos estaban esperando. Este año hicimos giras relativamente cortas, pero muy importantes, recorriendo Quito, Cali, Medellín, Bogota, Monterrey, Guadalajara, México City y Santiago de Chile. Tocamos el mismo repertorio, que siempre variamos de acuerdo a nuestro deseo y a lo que pensamos que es mejor tocar cada noche. Pero no especulamos con aquello que pudiera gustar más en otros países, y la nueva banda está gustando mucho. Presentamos recitales de rock, con mucha energía, mucho esfuerzo físico, concentrados y reventando escenarios. Y cantamos las canciones que el respetable viene a escuchar. En México son enamorados de su cultura, de su forma de hablar y comer, tienen miles de cantantes populares y grupos de rock y pop. Colombia tiene 1.025 ritmos registrados y orillas en el Caribe. Ser tan queridos allá es una inmensa fortuna.
¿Se siguen vendiendo discos en América, o es como en España, que las ventas ya importan poco?
La ventas no son importantes por el volumen descomunal de música circulando en internet. Además casi no existen reproductores de cedé. Mi destino era vender millones de discos, estaba preparado y la industria esperaba eso de mí. Pero no se puede controlar, ni calcular, el circulante de música en los teléfonos… para escuchar una canción o bajarse un disco, basta con un dedo. Las ventas importarían si fueran importantes. Lo importante de vender discos es que hay gente dispuesta a comprarlos y escucharlos, y me invitan a formar parte de su vida, me sienten la banda sonora de lo que sienten y sintieron, acompañamos sus momentos difíciles y sus momentos gratos, sus miedos. Hay que conformarse con ventas medianas y valorarlas, y entender que la música se escucha porque la ofrecen miles de links en internet. Lo importante es que sigan existiendo discos, porque los discos nos presentaron demasiada música buena, es el formato revolucionario de la música moderna.
¿Cuándo girarás por España?
En mayo, y espero que rodemos más meses. De momento empezamos en mayo y esperamos prolongarnos.