«Muchos conciertos me han noqueado. Margaret Menezes en el Suristán, por ejemplo, todo fiereza, un día que ‘El País’ me había enviado a cubrir a Julio Iglesias en Las Ventas. Un contraste brutal, salir de uno y meterme en otro»
Pasó «la movida» en departamentos de prensa de varias discográficas, hasta que en 1993 comenzó a colaborar en «El País». Sus artículos se han leído en EFE EME, «Rolling Stone», «El Gran Musical», «Zona de Obras», «Tentaciones», «Mía»… Ha escrito dos biografía de Los Secretos y una de Rosendo. De un tiempo a esta parte le ha dado por el folk y dirige y presenta en Radio 3 el espacio «Tarataña». Además, algunas noches ejerce de DJ. Al margen de la música, es experto en temas saharianos.
Foto: PACO MANZANO.
Fecha y lugar de nacimiento.
Burgos, 4 de julio de 1957.
¿Qué música sonaba en tu casa cuando eras niño?
‘Blanca y radiante va la novia’, ‘Di papá’, y todas esas canciones. Nuestras primeras Eurovisiones: ‘Comunicando’ y esas, mucho antes del raphaeliano Y’o soy aquel’… Recuero el ‘Orfeo negro’ de Belafonte como el primer single que vi cuando entró un tocadiscos en casa. Mi madre cantaba tangos y a Machín cuando hacía las cosas de casa. A mi padre le escuchaba cantar fatal algunas rancheras y el ‘Granada tierra soñada’ por mí, o el ‘la quería más que mi vida’, y no salía de esas frases.
¿Cuál fue el primer disco que compraste?
No me acuerdo bien, creo que el primer grandes éxitos de Bob Dylan (era muy gracioso: en la portada venían los títulos de las canciones en español, menos ‘Subterranean homesick blues’ y ‘Mr. Tambourine man’, que a la CBS española del 70 debía parecerles intraducibles), o los singles ‘Crocodrile Rock’ de Elton John y ‘Suspicius Mind’, de Elvis. Antes, había heredado de mis hermanos mayores sus singles de Los Beatles, Rolling, Brincos, Dúo Dinámico… Primeros de los setenta, 14 o 15 años, vivía en El Aaiún (Sáhara) y empecé a comprarme casetes de la Creedence y Patxi Andión, el tocadiscos familiar se había quedado en Madrid.
¿Y el último?
Por razones profesionales, varios volúmenes de la antología de «La tradición musical en España», del sello Tecnosaga. Y la verdad es que he encontrado cosas maravillosas en ellos, a pesar de que muchas son grabaciones muy precarias.
Selecciona tres discos internacionales esenciales de tu colección.
Uff, “Lola versus the moneyground and the powerman”, o “Schoolboys in disgrace” de Los Kinks; “Exile on main St.”, de Los Rolling (en mi barrio decíamos Los Rolling, no los Stones), y flipé unos años con el disco en directo “No nukes”, con un vigorosísimo Neil Young. No sé si ahora me gustaría tanto. También “Blonde on blonde”, de Dylan.
Selecciona tres discos nacionales esenciales de esa misma colección.
Otro uff, “Pensión Triana”, de Javier Ruibal; “La ley del desierto, la ley del mar”, de Radio Futura; “Maremar”, de Lluís Llach. Y dejadme otro cuarto: “Fiebre de vivir”, de Moris, que aunque argentino, el disco era nacional pues aquí lo grabó y lo desarrolló.
Un disco doble al que no le sobra nada.
Posiblemente el “Blonde on blonde”, que ya he citado.
Un grupo o cantante a quien rescatarías del olvido.
Tom Robinson Band. En España: Alberto Pérez y el fallecido Juan Antonio Canta
¿Cuál fue el primer concierto al que asististe?
Tercer uff: a lo grande, y de rock, creo que uno de Triana, Gualberto y otros de rock andaluz en el verano del 77, en la Plaza de Toros de Málaga. Pero en el 76 estuve, lo juro, en el célebre de la Autónoma llamado “Festival de los Pueblos Ibéricos”, con Labordeta, Víctor Manuel, Elisa Serna y demás, bajo las amenazantes siluetas de los grises al final de la tarde sobre la loma del campus. Y antes, ya había visto a un montón de cantautores (Pau Riba, Sisa, Pablo Guerrero, Luis Pastor…) en los Colegios Mayores de Madrid y centros culturales de barrio. Imaginad: empecé la facultad en 1974 y toda la carrera coincidió con toda la Transición.
¿Y el mejor concierto que has visto?
Muchos me han dejado noqueado. Margaret Menezes en el Suristán, por ejemplo, todo fiereza, un día que «El País» me había enviado a cubrir a Julio Iglesias en Las Ventas. Un contraste brutal, salir de uno y meterme en otro. Otro ejemplo, Dylan en La Riviera, en 1995. Y muchos de Javier Ruibal en el Galileo Galilei de Madrid. Y, aunque sea topicazo, el de Los Rolling en el Manzanares en el 82, con los rayos y truenos del principio. Acababa de cumplir 25 años, y tenía un pub en Alcobendas: todo era perfecto.
Elige y razona tu elección:
Haré un esfuerzo en todas, pues no creo mucho en elecciones excluyentes. Y aunque he visto a bastantes, no he visto a todos en directo, que sería bueno para atinar mejor en la elección.
Serrat/Aute.
Aute, desde siempre. Y eso que fui serratiano, pero desde hace mucho me irrita el Nano, y no solo por el vibrato.
Sabina/Calamaro.
Si me lo preguntan hace tiempo, y en años distintos, primero habría elegido a Sabina, luego a Calamaro, y luego otra vez a Sabina. Ahora a ninguno de los dos, más que nada porque ya están muy vistos y no aportan sorpresas nuevas, y ambos están lejos de sus mejores posiblilidades.
Nacha Pop/Los Planetas.
Por generación, Nacha Pop. De Los Planetas, y como profesional, me empeñé en intentar entender su fenómeno, y no lo conseguí, y eso que me encantan muchas canciones suyas.
Nacho Vegas/Quique González.
Por razones que no sabría explicar, he escuchado más a Quique, pero me inquieta más Nacho Vegas. Ambos me gustan.
La Mala/La Bien Querida.
La Mala del principio, fue un revulsivo. Le perdí un poco la pista luego; a La Bien Querida nunca se la he encontrado (¿ves?, a La Bien Querida no la he visto en directo).
Jacques Brel/Serge Gainsbourg.
Brel, como poeta y porque dejó más canciones reconocibles, pero Gainsbourg por su lado morboso y medio canalla (aunque quizá estereotipado) y el impagable “Je t‘aime”.
Frank Sinatra/Elvis Presley.
¿No se puede elegir a los dos? Sinatra me ha acabado gustando con el tiempo, pues para mí era como cantante de padres; Elvis, por el contrario, era un poco lo que queríamos ser, cantar rock y bailar rock and roll, o sea, era más nuestro.
Marvin Gaye/Bruce Springsteen.
Hombre, saber que uno, Gaye, ha muerto a manos de su propio padre, hace que le mires con cierto cariño, y además tenía canciones estupendas. El Boss desde hace tiempo me da perezón. A Gaye nunca lo vi en directo, al Boss varias veces, por eso me reafirmo en lo dicho, a pesar de su contagiosa energía.
Tom Waits/Lou Reed.
Ahora mismo no escucho mucho a ninguno de los dos, y aunque al principio me interesaba más Lou Reed, creo que con el tiempo Tom Waits me gusta más. Muchos de los últimos discos de Lou Reed son un poco peñazo, y los de Tom Waits aún se soportan. Pero a Lou le he visto varias veces actuar y a Tom ninguna.
Michael Jackson/Prince.
No quiero enemistarme con nadie, pero a mí Prince, o como quiera que se haya hecho llamar a lo largo de su carrera, siempre me ha parecido un artista sobrevalorado. Y no es que fuera malo, que tiene momentos impagables, pero se le aduló demasiado sin merecerlo, y eso me hizo que le cogiera cierta tirria. Michael Jackson, que tenía mucho más talento para crear hits verdaderamente populares y que sobrevirán al tiempo, y era más friki-ingenuo, siempre me inspiró ternura, y nunca me creí sus abusos a menores.
The Rolling Stones/The Velvet Underground.
He sido muy fan de los dos. Me niego a decantarme y a explicarlo. Eso sí, me he quedado sin ver a La Velvet en directo.
Bob Dylan/John Lennon.
Bob Dylan me llegó siempre más. Lennon sin los Beatles no me emocionaba siempre, y nunca le vi actuar.
Neil Young/Elvis Costello.
Ambos. Y en directo también. Young por su fiereza, Costello por su sutileza.
Youssou N’Dour/Fela Kuti.
Yo creo que Fela Kuti abre el camino que después permite recorrer el suyo a Yossou N’Dour. Pero pasa lo de siempre: las vanguardias son las que abren la puerta, y luego se quedan con el picaporte en la mano. No obstante, me quedo con la energía y la rabia del gran Fela que, de no haber muerto, posiblemente habría alcanzado cotas muy altas de creación.
¿Por qué decidiste dedicarte a la crítica musical?
No soy muy partidario del término “crítica musical”. Estudié periodismo para ser corresponsal de guerra o en una ciudad extranjera. La vida me llevó a trabajar en varios departamentos de prensa de multinacionales discográficas, cosa que no estaba mal pues también era muy aficionado a la música. No fue una decisión consciente: una cosa llevó a la otra. Los contactos que hice desde las disqueras, me sirvieron para entrar en el 93 en «El País» y encargarme de las actuaciones en Madrid. Y ahí empezó todo. Es una profesión preciosa que solo cambiaría si me encargaran hacer un reportaje sobre los talibanes en Afganistán, por ejemplo, aunque no sabría por dónde empezar.
¿Quién fue tu maestro periodístico?
En prensa escrita Diego A. Manrique y Patricia Godes. Y luego Diego también en la radio, aunque para mí empezó con un programa que no me interesaba “Primera línea”. En la radio entonces prefería a Juan de Pablos, Jesús Ordovás, Gonzalo Garrido, Mario Armero, Eric Saba, Iñaki Astarloa, Vicente Cagiao, Julio Ruiz, Rafa Abitbol, Carlos Tena, Manolo Fernández, La Chelito, Patricia Godes, Montse Doménech… que todos me influyeron mucho. Al gran Maestro, Ángel Álvarez, le veía ya como de mis hermanos mayores, algo antiguo, sin embargo era increíble cómo se mantuvo hasta el final.
Un equipo de fútbol.
Soy del Madrid, pero me encanta el Barça, y además le tengo muchas simpatías, cosa que no me perdonan mis más fervientes amigos madridistas.
Un político.
¿Un poli… qué?
Una ciudad para vivir.
Madrid, pero para tenerla cerca. Suena pedante, pero mi situación es la que me gusta. Vivo en el campo, rodeado de árboles, montañas y pájaros, y tardo un poco más de media hora en ponerme en el centro de Madrid, una ciudad más amable desde las acampadas en Sol y los barrios.
El disco que detestas y que despierta alabanzas entre tus compañeros.
¿Puede ser “Purple rain”, de Prince? Bueno, la verdad es que destestarlo, detestarlo, no lo detesto. No sé, no se me ocurre ninguno ahora.
¿Vinilo, CD o mp3?
Vinilo, tiene un sonido más gordo, más profundo. Pero la verdad es que, por facilidad, uso más el CD.
La película que nunca te cansas de volver a ver.
“Amarcord” de Fellini, y “American graffiti”, de Lucas.
El libro que nunca te cansas de releer.
Pues aunque me acusen otra vez de topicazo, sigo leyendo cada dos o tres años “El Guardián entre el centeno”, de Salinger. La primera vez que lo leí, me marcó profundamente. Lo compré por casualidad sin haber oído hablar de él con lo que me habían pagado por pegar carteles por Madrid del concierto de Los Ramones en Vistalegre (septiembre 1980).
Una serie de televisión.
No veo mucho la tele, y no lo digo por pose, son las circunstancias de la vida que llevo. Cuando me siento delante de ella, suelo quedarme dormido enseguida, sea la hora que sea. No veas las siestas que caen en nombre de “Amar en tiempos revueltos”.
Si estuviera en tus manos elegir la música que suena en los supermercados, ¿qué discos seleccionarías?
Pegaría “Horror en el hipermercado” de Alaska y Pegamoides, je, je. En serio, cualquiera de los que he citado arriba como imprescindibles de mis colecciones. Pero haría la compra tan a gusto, que me saldría de mi presupuesto pues llenaría el carro de cosas seguramente inútiles.
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