«El fracaso televisivo de La Voz ha sido siempre una gran incógnita para los biógrafos y estudiosos de un artista que logró triunfar en el resto de las disciplinas en las que se aventuró (incluido como director de orquesta). Algunos argumentan que el estilo de Sinatra era demasiado cálido para un medio tan frío»
Universal prosigue con la reedición de material de Sinatra tras la compra del catálogo de Reprise a Warner, y en esta ocasión le ha llegado el turno a los tres mejores especiales televisivos del cantante, presentados en un solo DVD bajo el título “A man and his music trilogy”. Javier Márquez Sánchez reconstruye la historia de los programas televisivos de Sinatra.
Texto: JAVIER MÁRQUEZ SÁNCHEZ.
Por alguna extraña razón Universal presenta este material como “el conjunto completo de especiales de televisión grabados por Frank Sinatra”, aseveración que han repetido sin pudor innumerables medios. Y no deja de resultar chocante cuando el propio sello ya ha reeditado algún que otro especial y sin duda presentará bastantes más. Warner editó en su momento en DVD doce de los quince que grabó La Voz. Sería todo un detalle que por fin pudiésemos disfrutar de todos ellos.
La televisión fue siempre la espina clavada de Francis Albert. Dean Martin se convirtió en uno de los personajes más populares de la televisión estadounidense gracias a su «The Dean Martin show», que se mantuvo en antena desde 1965 a 1973, reportándole premios y grandes dividendos. Y cuando la audiencia empezó a caer, la NBC constató que el público estaba cansado del formato, no del presentador, así que reciclaron a su estrella en el espacio «The Dean Martin celebrity roast», que sobrevivió durante once años.
Frente al arrollador triunfo de su amigo y compañero de farras, los intentos de Sinatra por tener su propio espacio televisivo se habían saldado con varios sonoros fracasos. Su primera serie fue, en el fondo, el clavo ardiendo al que se agarró Sinatra para intentar salvar la mala racha que atravesaba a comienzos de los cincuenta, cuando sus ventas cayeron, apenas recibía propuestas de Hollywood y le costaba encontrar escenarios en los que cantar. Pero lo único que consigiuió el de Hoboken con «Meet Frank Sinatra», rebautizado como «Here’s Frank Sinatra» y finalmente «The Frank Sinatra show», fue clavar la tapa de su ataúd.
A la CBS le costaba demasiado caro un programa de variedades con numerosos invitados entre cómicos, cantantes y orquestas como para que el índice de audiencia fuese menos de la mitad que el de otros espacios similares de la competencia, como el show de Milton Berle. El programa aguantó en antena desde julio de 1950 hasta abril de 1952.
Para entonces Frank Sinatra estaba alcanzando el punto más duro de su descenso a los infiernos, y aún tendría por delante un difícil camino hasta lograr resurgir y convertirse en el más grande del show business.
En 1957 ya lo había conseguido. Sus discos en Capitol se vendían bien y obtenían excelentes críticas, y no había teatro, casino o sala de actuaciones que no le ofreciese un cheque en blanco por tenerlo en cartel, amén de todos los guiones que tenía sobre la mesa para trabajar en Hollywood.
Fue entonces la cadena ABC le que le propuso protagonizar un nuevo «The Frank Sinatra show», otro espacio de variedades por el que pasaron invitados de la talla de Bob Hope, Peggy Lee, Kim Novak, Dean Martin, Ella Fitzgerald, Sammy Davis Jr. o Bing Crosby. Los datos de audiencia, sin embargo, llevaron a la cadena a eliminarlo de la parrilla en junio de 1958, nueve meses después de la primera emisión.
El fracaso televisivo de La Voz ha sido siempre una gran incógnita para los biógrafos y estudiosos de un artista que logró triunfar en el resto de las disciplinas en las que se aventuró (incluido como director de orquesta). Algunos argumentan que el estilo de Sinatra era demasiado “cálido” para un medio tan “frío”, dado que el artista se comportaba con sus invitados ante la cámara igual que lo haría en un escenario, con abundantes bromas y un actitud informal y desenfadada.
No obstante, el cantante seguía estando ligado a la ABC por contrato, así que llegó a un acuerdo con los directivos para liquidar éste a través de una serie de programas mejor preparados, más atractivos, apoyados sobre todo en la reunión de una contundente cuadrilla de invitados. Así nació el «The Frank Sinatra timex show», que conoció cuatro emisiones, entre octubre de 1959 y mayo de 1960. El primero de ellos presentó junto a Sinatra a Bing Crosby, Dean Martin, Mitzi Gaynor, en un espacio realmente divertido, mientras que el último supuso el “recibimiento” a Elvis Presley tras su regreso del servicio militar en Alemania.
Conocido como «It’s nice to go traveling» o «Welcome home Elvis», Sinatra se empleó a fondo con este programa para aprovechar la ocasión y dejar claro ante millones de telespectadores que Elvis podía ser el rey del rock, pero él seguía siento el gran jefe. Para lograrlo, convocó a parte de su camarilla habitual, entre ellos Sammy Davis Jr., Joey Bishop o su propia hija Nancy Sinatra. Además, vistió a Elvis de esmoquin y le hizo cantar a dúo ‘Wichcraft’ y ‘Love me tender’, con arreglos algo “tramposos” de cara al muchacho de Tupelo. Pero en 1960, Elvis era mucho Elvis. Dean Martin no estuvo presente en aquel programa. Se excusó alegando un compromiso en Atlantic City. En realidad ya había dejado claro que no tenía el menor interés en quedar en ridículo midiendo sus fuerzas con el artista más popular en todo el mundo en aquellos días.
LOS ESPECIALES
Con aquel momento histórico, su mano a mano con Elvis, Sinatra se despidió de los programas de televisión periódicos. A partir de entonces solo se implicaría en especiales, que grababa cada cierto tiempo, a su medida y antojo, dedicados por completo a la música, sin números cómicos ni otras complicaciones.
El primero de aquellos programas le dio la razón. «A man and his music», emitido en 1965 por la NBC, obtuvo una audiencia moderada pero unas críticas excelentes, además de dos premios Emmy. Respaldado por su arreglista y director de orquesta de cabecera, Nelson Riddle (más una sección a cargo de Jordon Jenkins, otro habitual), Sinatra repasa algunos de sus clásicos en diversos escenarios, sobrios y elegantes, con una puesta en escena sofisticada que dejaba todo el protagonismo a la música.
El arranque del espacio es ya todo un clásico. Una silueta entra en una sala inmensa en penumbra, los pasos suenan firmes. Llega hasta una banqueta, se sienta, y en ese momento orquesta y cantante arrancan con ‘I’ve got you under my skin’ al tiempo que se encienden los focos. A partir de ahí, un verdadero festín. ‘I get a kick out of you’, ‘My kind of town’, ‘Come fly with me’, ‘The lady is a tramp’, ‘I’ve got the world on a string’, ‘Witchcraft’, ‘You make me feel so young’… Sinatra se siente cómodo, joven, y aunque esté a punto de cumplir los cincuenta destila el mismo entusiasmo que cuando arrastraba legiones de jovencitas veinticinco años atrás.
En ocho meses, julio del 66, la CBS programó un nuevo especial, «A man and his music, Part II», en el que el cantante seguía mostrándose pletórico y rebosante de energía, aunque más relajado en lo que a interpretación y repertorio se refiere. Éste fue uno de los especiales que Sinatra quiso aprovechar para enganchar nuevos oyentes, parte de ese público joven que renegaba de él por ser el artista favorito de la generación anterior. Así que invitó a su hija Nancy, la dejó cantar un par de temas y después se marcaron varios duetos juntos que, aunque simpáticos, sólo ponían de manifiesto el evidente salto generacional. No obstante, hay momentos memorables, como las vibrantes revisiones de ‘Luck be a lady’, y ‘That’s life’, o el magistral intimismo alcanzado con el medley ‘Angel eyes’/‘Put your dreams away’.
Siendo notable esta segunda entrega, el tercer especial, emitido en noviembre de 1967, volvió a elevar la marca a la altura del primer espacio. «A Man and his music + Ella + Jobim» presentó en pantalla a Sinatra junto a la cantante Ella Fitzgerald y al cantante y guitarrista Antonio Carlos Jobim, nuevamente con Nelson Riddle a cargo de la orquesta. Es el más jazzístico de los especiales televisivos, con un Sinatra en plenas facultades y diversos temas a cargo de cada uno en solitario además de varios duetos. La hora de metraje atesora bastantes momentos impagables, como la rendición de Frank al clásico negro ‘Ol’ man river’, ese ‘The girl from Ipanema’ junto a Jobim o el tour-de-force final con la Fitzgerald de la mano de ‘The lady is a tramp’.
Estos tres especiales, los que ahora reedita Universal, son con diferencia los mejores que grabó Sinatra, sobre todo si se comparan con la siguiente entrega, «Francis Albert Sinatra does his thing», de 1968. Éste fue el más evidente de esos intentos por conectar con el público joven, para lo que el artista no dudó en salirse de su lista de invitados habituales y convocar a dos nombres fuertes del momento como eran Diahann y The 5th Dimension. Cabe destacar como anécdota que cuando Sinatra recibió la noticia, pocos días antes de la grabación final, de que se habían ultimado los trámites de su divorcio con Mia Farrow, se deprimió tanto que canceló la sesión; lo que el público vio el 25 de noviembre en la cadena CBS era en realidad una grabación del ensayo de vestuario.
Mucho más austero y lacónico resultó, en 1969, Sinatra, que contrasta radicalmente con el especial de 1965 al ofrecer apenas un par de temas con cierto swing. Gracias a eso el programa resulta más honesto y emocionante, porque deja entrever la preocupación y el hastío del cantante ante el paso de los años y la pérdida de un lugar prominente en la industria musical. No es de extrañar que poco después anunciase su retirada.
Pero habría tiempo antes para un primer especial en directo, grabado en 1970 durante un concierto en Londres, Live at Royal Festival Hall. La BBC fue quien retransmitió el evento, que contó como presentadora estelar con la princesa Grace de Mónaco (otrora Grace Kelly) compañera de reparto de Sinatra en la película Alta Sociedad. En este recital Siantra se presenta correcto, sin alardes excesivos ni riesgos innecesarios, pero dejando de manifiesto su magnífico control de la voz, la respiración, el fraseo, la distancia con el micrófono… en definitiva, sus muchos años de experiencia en el escenario.
DEL MADISON A LAS ESTRELLAS
Tras anunciar su retiro el 13 de junio 1971, apenas dos años después volvía a estar en activo. El aireado regreso se saldó con dos especiales muy diversos. El primero, en 1973, presentaba a un Sinatra al que por primera vez se le veía realmente mayor, con un peluquín infame y algunos kilos de más. Tampoco estaba en su mejor momento vocal, y la revisión de algunos clásicos dejaba que desear. Sin embargo, tal vez por la ilusión del nuevo comienzo, lograba hacer brillar dos de sus éxitos más recientes, ‘Let me try again’ y ‘Send in the clowns’. Lo mejor de este especial, no obstante, es la química que destila junto al invitado de excepción Gene Kelly, quien se marca un baile al más puro estilo de la vieja escuela mientras Sinatra entona ‘Nice and easy’.
El regreso se remataría en 1974 con «The main event», la emisión televisiva de uno de los conciertos que Frank Sinatra ofreció en el neoyorquino Madison Square Garden. Este espectáculo, que también quedó plasmado en un álbum, es otro de los puntos de inflexión de la carrera del artista. Bajo los focos de la catedral del boxeo, escenario de incontables veladas musicales, Frank Sinatra era investido mito popular estadounidense entre aplausos y vítores de un público entusiasmado. El célebre artista se convertía en mito. A pesar de la pobre labor de edición, el especial televisivo logra trasmitir parte de esa euforia alrededor de aquel hombre solo sobre el cuadrilátero, que con razón entona con energía adolescente el grito de ‘That’s life’. “Jamás había sentido tanto amor en una sala en toda mi vida”, confiesa entre temas un Sinatra abrumado por la emoción. Es asombroso ver cómo consigue poner a bailar a medio aforo con su arrolladora versión de ‘Bad, bad Leroy Brown’, y sumir el ambiente a continuación en el intimismo más emotivo a través de una de sus “saloon songs” más notables, ‘Angel eyes’.
1977 y 1980 fueron los años de dos programas con mucho más atractivo para los mitómanos que para los melómanos. El interés de «Sinatra and friends» y «Sinatra: The first 40 years» radica principalmente en la reunión de innumerables estrellas alrededor del protagonista, con interpretaciones que no pasan de correctas y puestas en escena sin el más mínimo atractivo.
«The man and his music», en 1981, fue un intento de recuperar el pulso de los especiales originales, apostando plenamente por la música y dejando a un lado duetos, bailes y experimentos con gaseosa. Nada menos que Count Basie y su orquesta acompañan a Sinatra en esta ocasión. Sin embargo, resulta demasiado artificial, apenas queda nada de la frescura y espontaneidad de 1965. Sinatra y Basie hacen bien su trabajo, pero la realización es incapaz de actualizar una propuesta que hubiese resultado notable veinte años atrás. Salva la apuesta el guitarrista Tony Mottola, que da la oportunidad a Sinatra de entonar dos versiones notables de ‘The girl from Ipanema’ y ‘I get a kick out of you’.
El cantante protagonizaría dos especiales más durante los ochenta, ambos, grabaciones en directo emitidas por Showtime. El primero de ellos, «Concert for the Americas», fue un concierto de 1982 celebrado en República Dominicana, que contó con el lujo de la orquesta de Buddy Rich. El extraordinario baterista se marca un par de solos a la altura de su leyenda, mientras Sinatra ofrece una de sus últimas grandes interpretaciones, con un repertorio bastante equilibrado entre clásicos de todas sus etapas, incluyendo esa canción que tanto odiaba y que definía como “un verdadero pedazo de mierda”: ‘Strangers in the night’.
En 1988, un septuagenario Frank Sinatra tenía la imperiosa necesidad de sentirse joven. Para conseguirlo decidió llevar adelante lo que todos le advertían que era una locura. En los días de Michael Jackson, Madona y la Mtv, decidió reunir a sus amigos del Rat Pack, Dean Martin y Sammy Davis Jr., para recorrer el país llevando a las grandes audiencias un espectáculo similar al que solían ofrecer en Las Vegas treinta años atrás. Y contra todo pronóstico, se agotaron casi todas las entradas para «The comeback tour» antes de que llegaran a ofrecer el primer show.
Showtime tenía previsto filmar uno de los conciertos para su posterior emisión cuando, a los pocos días del comienzo de la gira, un Dean Martin agotado y desencantado decidió abandonar para volver a sus tradicionales espectáculos en hoteles y casinos. Ante la imposibilidad de cancelar, Frank y Sammy ficharon a Liza Minelli y rebautizaron la gira como «The ultimate event». Se grabaron varios conciertos en Detroit, a finales de 1988, y la edición con lo mejor de cada uno fue lo que finalmente se emitió en mayo del 89. Sammy abría el programa, demostrando que seguía siendo el artista más completo y perfeccionista del show business estadounidense, seguido por Liza y finalmente Frank. Y tras las secciones individuales, llegaba el divertido cierre a cargo de los tres. Estaban viejos, pero aún resultaban irresistibles.
En 1990 y 1995 respectivamente se prepararon dos nuevos especiales: «Sinatra 75: The best Is yet to come» y «Sinatra: 80 years my way». El primero era un refrito de imágenes de archivo, algunas entrevistas y reciente material en directo, mientras que el segundo fue un multitudinario homenaje, con la presencia de talentos de la talla de Bob Dylan, Bruce Springsteen, Ray Charles, Bono, Little Richard o Tony Bennett, entre otros; el tipo de programas que Sinatra nunca quiso porque eran sinónimo de despedida inevitable.
Entre ambos espacios, en 1994 la CBS combinó cortes de duetos televisivos de los 50 y 60 con algunos vídeos musicales del disco más reciente y popular del cantante, para confeccionar el programa especial «Sinatra duets», que no era más que un vehículo promocional del álbum homónimo que había devuelto al italoamericano a lo más alto de las listas a comienzo de los años noventa.
Sinatra moriría poco después, el 14 de mayo de 1998, ¿satisfecho tras aquel triunfo final?Después de todo, cuando ya nadie lo creía capaz de remontar vuelo, había tenido la oportunidad de demostrar a la generación de sus nietos quién había sido y sería por siempre “el jefe del cotarro”.
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