«Chispa, actitud, intuición, verbo afilado y descaro fueron los ingredientes básicos para que un grupo de escatológico nombre captara la atención de los personajes más inquietos culturalmente del Madrid de finales de los setenta»
Kaka de Luxe fue la semilla de la brotarían un buen montón de grupos de la Movida. Ahora, sus únicas grabaciones han sido reeditadas en aparente vinilo, oportunidad que lleva a Àlex Oró a desempolvar sus oxidados imperdibles.
Texto: ÀLEX ORÓ.
“Los que iban a actuar eran: Alaska, la guitarra rítmica, una tía pequeñita vestida de lo más punky que te puedas echar a los morros: El Zurdo y Campoamor, éstos eran los dos cantantes (dos, sí, dos), quién era uno y quién era otro, misterio. Uno parecía sacado del álbum de Splitz Enz, vestido de traje y corbata, con pelo rizado y los labios negros, el otro iba engomado y pinta así como fascista con botas y tal… Empezaron con una cosa muy cortita y muy rítmica, con una letra ininteligible, que iba de bolsa de billar y de que nada cambia en este maldio lugar […] Luego vino lo más duro del recital: ‘Pero qué público más tonto tengo’, en la que los guitarras se lucieron. Va de agresiva y eso del público es lo más suave que le dicen… al público. […] Para acabar repitieron la del público y se montaron dos improvisaciones con cosas de los Feelgod y los Ramones. Y aquí llegó el colmo del vacile: nos recitaron el Padrenuestro con ritmo de Feelgood, y de paso nos pidieron un batería y un local todo en una canción. Se notaba que habían empezado hacía poco.
…A los cantantes no se les oía mucho que digamos, y los desafines, sobre todo en la parte final de las improvisaciones eran constantes. Pero, os juro que hacía tiempo que no me lo pasaba tan bien”.
Este es el testimonio de uno de los espectadores del primer concierto de Kaka de Luxe en el pub People, en el madrileño barrio de Argüelles en 1977. Lo explicó a la revista “Disco Exprés”, uno de los escasos medios escritos de la época dedicados al rock. Lo recogió Rafa Cervera en su libro “Alaska y otras y historias de la movida” (Random House Mondadori, 2002) y lo recuperamos aquí para iniciar este artículo porque explica en muy pocas líneas el espíritu del grupo seminal de “La Movida”.
El núcleo duro de Kaka de Luxe lo formaron Olvido Gara (Alaska), Carlos Berlanga y Nacho Canut, que después formarían parte de los Pegamoides y Dinarama; Enrique Sierra (Radio Futura), Fernando Márquez “El Zurdo” (Paraíso y La Mode) y el pintor Manolo Campoamor. El grupo también contó con la colaboración fugaz y/o esporádica de Carlos Entrena (Ejecutivos Agresivos y Décima Víctima), Bernardo Bonezzi (Zombies), Javier Furia (de los primigenios Radio Futura) y, aunque pueda parecer extraño, Enrique y Javier Urquijo (Los Secretos).
Se ha explicado hasta la saciedad cómo se conocieron Berlanga, Canut, Alaska y el Zurdo en el Rastro madrileño pero para los que no conozcan la historia ahí va: a finales de 1977, Berlanga y Canut colocaron un disco de los Sweet y otro de Vainica Doble en el puesto que colocaban todos los domingos con el objetivo de atraer la atención de Alaska y Fernando Márquez, dos habituales del mercadillo. Los cuatro jovenes congeniaron y apostaron por crear un grupo que canalizara toda su energia creativa. Previamente, Olvido y el Zurdo ya habían contactado con Enrique Sierra, que sería el único de los Kaka con un mínimo de nociones musicales. El grupo era tan precario que en sus primeras actuaciones no tenían batería, puesto que ocupó después Pablo Benyto.
¿LOS PRIMEROS PUNKS?
En muy poco tiempo, los Kaka se convirtieron en agitadores del underground madrileño. Eran una banda completamente diferente a las que tras la muerte de Franco podían escuchar los jóvenes españoles. El panorama musical estaba lastrado por los grupos progresivos, los layetanos catalanes y los conjuntos verbeneros. Además, los estertores de la dictadura habían impulsado también la canción de autor por lo que el pop y el rock más colorista representado por los conjuntos como Los Bravos, Los Brincos, Los Sírex o Los Salvajes había desaparecido con el advenimiento de la década de los setenta.
Con la llegada de las primeras y tímidas libertades de la Transición aparecen propuestas musicales diferentes inspiradas en el punk, bandas de rock más castizo como los Burning o más contundentes como Coz. En Madrid, Ramoncín y los Kaka de Luxe; y en Barcelona, La Banda Trapera del Río. Efectivamente, las tres propuestas se inspiran en los sonidos y las actitudes más rompedoras de los punks pero eran completamente diferentes. La Banda Trapera cargaba sus canciones con compromiso social y conciencia de clase. Ramoncín exhibía toda su cultura callejera y se desentendió del punk con rapidez mientras que Alaska y compañía convertían su impericía musical en virtud y descaro, sus canciones eran capaces de irritar al público, de sorprender e incluso tenían el espíritu ye-yé y rebelde de los sesenta.
Jesús Ordovás apostó fuerte por ellos. Les abrío las puertas de la emisora Onda 2 y de “Disco Exprés” y fue también quien propuso al locutor Mariscal Romero que les hiciera una prueba para Chapa, el sello de rock duro español creado por Zafiro. Romero, acostumbrado a bregar con bandas como Asfalto, Leño o Coz, se quedó atónito y patidifuso ante la poca solvencia musical y amateurismo de los Kaka pero la prueba quedó grabada y la discográfica no tuvo reparos en editar en 1978 un EP con los temas ‘Rosario’, ‘Toca el pito’, ‘La pluma eléctrica’ y ‘Viva el metro’. Tras el fulgurante éxito de Alaska y Los Pegamoides con ‘Bailando’, El Fantasma del Paraíso, un subsello de un subsello de Zafiro, editó en 1983 “Las canciones malditas”, que recopilaba todos los temas grabados por el grupo para Chapa.
El disco se había reeditado hace unos años en CD pero ahora lo ha hecho en vinilo de 180 gramos, en la serie Vinilísssimo, con notas de Diego A. Manrique. Destaca Manrique que cuando los Kaka entraron en el estudio no tenían ningún tipo de experiencia en técnicas de grabación ni contaron con la colaboración y la tutela de un productor que supiera exprimir el latente talento de Alaska, Canut, Berlanga, Marquez, Sierra y Campoamor pero que, pese a la falta de confianza de Mariscal Romero en el grupo, fue precisamente gracias al locutor que ha llegado hasta nuestros días el acta sonora del nacimiento de la nueva ola en España.
LAS CANCIONES Y LA SESIÓN DE GRABACIÓN
“Las canciones malditas” recoge los once temas que grabaron los Kaka de Luxe. Resulta realmente entrañable oír ‘1, 2, 3, 4’ y cómo el grupo toca de un tirón canciones como ‘La tentación’, en la que la protagonista cuenta en primera persona una experiencia sadomasoquista. El tema lo compuso Alaska pero no se atrevió a cantarla, cosa que sí hizo Campoamor, a quien le encantaba interpretar el tema ante el público gay, que se excitaba cuando el pintor se autoproclamaba “una puta guarra” a mitad de la canción, para disgusto de El Zurdo.
‘Toca el pito’ supuso el estreno como compositores del tándem Berlanga-Canut, que en pocos años se convertiría en una de las alinazas artísticas más solidas del pop español. ‘Toca el pito’ es simple pero efectiva y recuerda poderosamente a las absurdas pero descacharrantes letres de los Ramones, una de las referencia fundamentales del grupo. Enrique Sierra aportó un par de temas, ‘Pondré mil voltios en tu lengua’ y ‘Tengo en mi cuerpo música para embrollar’, mientras que Campoamor escribió ‘Rosario’, que según explica Rafa Cervera en su libro, era un plagio del ‘You really got me’ de los Kinks, pero el grupo fue incapaz de copiarla y se vieron obligados a transformarla.
Como explicó Sierra a Cervera “lo del disco fue una encerrona. Nos metieron en el estudio a tocar todo seguido y luego resultó que aquello era el disco. Se hizo durante una tarde, tocando una canción tras otra. Allí no había nadie que controlara lo que pasaba y nosotros apenas sabíamos afinar”.
Canciones como ‘Pero qué público más tonto tengo’ y ‘La pluma eléctrica’ son obra del Zurdo. Esta última comienza con los versos “El veneno de tus labios llenará mi habitación / tus continuas puñaladas aumentarán la presión”, con los que Márquez, presuntamente, respondía a alguna afrenta verbal de Canut, temido en el grupo por su lengua hiriente. Hay versiones contradictorias que afirman que se la dedicó a Javier Furia. En cambio, la disparatada ‘Pero que publico más tonto tengo’ nació en la cabeza de El Zurdo tras ver un concierto de Ñu.
Los Kaka de Luxe duraron apenas nueve meses por discrepancias musicales y personales, pero ese corto espacio de tiempo fue suficiente para que dejaran un poso imprescindible para la evolución de la música popular española en los años venideros. Chispa, actitud, intuición, verbo afilado y descaro fueron los ingredientes básicos para que un grupo de escatológico nombre captara la atención de los personajes más inquietos culturalmente del Madrid de finales de los setenta y que incluso quedaran en segunda posición en el concurso de grupos de rock Villa de Madrid por detrás de Paracelso, la formación del Gran Wyoming. Más de treinta años después, nadie duda ya del valor del repertorio de “Las canciones malditas” y más de uno se pregunta qué hubiera pasado si los Kaka hubieran contado con el apoyo necesario para grabar en condiciones.